VIII. ¿Entonces?

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Narrador Omnisciente Todopoderoso.

La organización de la fiesta no se demoró ni tres días.

Después de las aclaraciones y hacer que Zacarías jurara y perjurara que había oficiado la boda bajo todas las leyes de Dios, los ancianos resolvieron que había mucho que celebrar al final del día, es decir, sus hijos estaban casados después de todas las rabietas que habían hecho para no hacerlo, y aún mejor, el primer nieto ya estaba en camino.

La música, la comida, el vino y los invitados. Todo estaba listo.

José se alistaba en el cuarto de los padres de María; a su vez, a ella la preparaban las mujeres en casa de ambos. Llevaba la túnica de gala con la que se había comprometido y casado, no había mucho que decir, era solo un chico, no había nada complejo en arreglarse, y no podría importarle menos.

No obstante, caminaba de un lado a otro, repasando lo que le diría a María, porque había decidido que sería hoy. Hoy dejaría en claro todo lo que quería con ella.

—José —interrumpe sus pensamientos Cleofás, quien ya había comenzado a beber, a juzgar por los vasos de vino que traía consigo —Deja de dar vueltas, los invitados están esperando —, llamó desde la puerta.

José asintió, encaminándose a la salida, pero en eso, su hermano se interpone, levantando el vaso de vino para ofrecérselo.

—Es temprano —negó con la cabeza el carpintero.

—Es la tradición, José, no puedes negarte a cualquiera que te ofrezca vino esta noche, en especial los mayores —explicó.

—¿Cuánto vino será eso, exactamente? —Indagó algo preocupado.

—El vino simboliza el homenaje a la nueva vida, tu hijo, y la celebración del amor, ¿la amas o no? —Insistió Cleofás, casi desafiándolo.

El muchacho cedió sin más objeciones después de eso. Bebió todo de un tirón, para luego hacer una mueca por lo amargo que era.

Cuando salió a la fiesta, se encontró con un gentío que en su mayoría no conocía, asintió con la cabeza a los saludos que le ofrecían y dio un apretón de manos a cualquier anciano que lo felicitara. Todo se veía bastante animado por la música.

—José —Joaquín llegó junto a él levantando un vaso de vino, ofreciéndoselo.

—Gracias, pero acabo de... —Intentó hablar el muchacho.

—Un brindis por tu hijo, mi primer nieto —anunció el padre de María, a lo que todos aplaudieron.

El carpintero no tuvo otra opción al tener tantos ojos en él, así que brindó y volvió a beber.

Luego de un rato de saludar y agradecer la presencia de desconocidos, notó que la gente comenzó a dispersarse, María había llegado, acompañada de las mujeres.

Vestía exactamente igual que el día que se casaron, con el vestido de patrones florales en la costura delantera, solo que esta vez, con el vientre resaltando aún más. Un tocado de diminutas flores recogía su cabello, se sentía casi como una visión traída de meses atrás, cuando la vio entrar al jardín de Isabel, temerosa del paso que darían, pero decidida a que funcionara.

El muchacho se abrió paso entre la multitud, llegando a su encuentro, casi sin aliento. Ella sonrió al verlo, y este tomó su mano, besando el anillo que le había obsequiado.

Deborah jaló a Rebekah, para que se apartaran de los novios, e Isabel fue a buscar a Zacarías, quien tenía a Juan.

—Creí que nunca llegarías —soltó el muchacho, apenas apartó los labios de su mano.

Antes, durante y después de la Estrella (Journey To Bethlehem / Camino a Belén)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora