Narrador Omnisciente Todopoderoso.
Él empieza a resultarle más irritante de lo acostumbrado. Ella quiere creer que es a causa del embarazo, pero la única verdad es que solo es un terco inconsciente de primera.
Solo lo había dejado desayunando mientras iba a colgar unas sábanas y ni siquiera había alcanzado a vaciar su cesto cuando oyó las herramientas moverse en el taller.
—José, no vamos a empezar esto de nuevo —ella se cruza de brazos para mostrar que hablaba en serio. —Debes descansar.
Llevaba días sin hacer nada, y para él, que nunca ha soltado un martillo desde los doce años, comenzaba a ser frustrante.
—Solo será un rato —llevaba un tablón bajo el brazo y un cincel en la otra mano. — Tengo una idea, que golpea dentro de mi cabeza desde que desperté.
—Es dolor de cabeza o solo te apreté demasiado la venda —dice con ironía. —Nada de trabajo hasta que te recuperes completamente, vamos a desayunar —ordena, apuntando a la tienda.
—No es trabajo, son ideas.
—Ideas que implican que trabajes.
—Ideas que si no las hago, se esfuman.
—Puedes escribirlas, y hacerlas cuando estés mejor.
—Mujer ¿Acaso tienes siquiera idea de cómo funciona la mente de un inventor? —levanta su cincel de manera amenazante.
—¿Mujer? —repite ella al cruzarse de brazos, casi indignada por el tono en que lo dijo.
Cuando su mente finalmente alcanzó sus palabras, se dio cuenta plenamente de que había sonado como su padre. Ante el asombro y la asimilación, bajó lentamente el cincel hasta retroceder un paso al percatarse de la expresión seria de María.
—Yo... No quise decirlo de esa forma —explica, en un intento de salvar su vida. —Solo quiero hacer mis inventos —baja la mirada al sentirse apenado.
Ella suspira pesadamente al descruzar los brazos. Se aproxima a él y lleva ambas manos sobre su pecho, sintiendo la aspereza de la tela de su túnica bajo sus palmas.
—Bien, hazlo, pero solo un rato —dice rendida, con su mirada comprensiva y sus pequeñas manos aplanando las arrugas de la tela. —Pero antes, quiero que acabes tu desayuno —levanta la mirada hacia su rostro.
—Yo... — Una vez más, él no tiene nada que hacer ante esa mirada cálida y dulce. —Lo haré, sí —asiente.
Ella curva una sonrisa para demostrarle que está conforme y lleva sus manos a sus mejillas para atraerlo a sus labios en un beso. Él deja caer sus herramientas únicamente para rodear su cintura con los brazos; nunca desperdicia ninguna oportunidad.
—Después regresas con tus ideas, ¿está bien? —ella acomoda su cabello por encima del vendaje y sacude de su hombro un poco de aserrín.
Oh, es cierto, él había venido aquí decidido a elaborar su idea, pero ahora simplemente parece haberse esfumado de su pobre cabeza.
Quiere decirle que ya ni siquiera recuerda su idea. Que tal vez se perdió en sus ojos o se la llevó sus labios y que ni siquiera le importaba que se le haya escapado.
—Sí... uhm... volveré para hacerla, claro —camina hacia la tienda nuevamente. —Si recuerdo qué era —dice para sí y detiene su andar para hacer un último intento para tratar de recordarlo, hasta que se rinde y solo sigue su camino.
María no entiende por qué pensó en algún momento que tener esposo sería algo tan terrible: apenas un beso y el muchacho perdía cualquier apariencia de voluntad y corría a hacer lo que ella pedía. Los hombres no eran criaturas tan difíciles.
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Antes, durante y después de la Estrella (Journey To Bethlehem / Camino a Belén)
FanfictionDetalles que creo que faltaron en la película porque obviamente, al ser una película, no puede durar la cantidad de tiempo que necesito que dure para todas las respuestas que quiero.