Narrador Omnisciente Todopoderoso.
Martillaba para fijar la nueva estantería del depósito de los egipcios. El lugar iba quedando bien, mucho mejor que al principio, todo gracias a su trabajo, y a Ishaq, quien prácticamente casi perdió la cabeza con el inventario, se había acostumbrado a él; era imprudente en ocasiones, pero no malintencionado.
No obstante, y muy a su pesar, el trabajo pasa a un segundo plano en este mismo momento, porque en su cabeza está fijo el hecho de que acababa de arruinar su matrimonio; sin embargo, también cree que es más fácil si ella está decepcionada de él.
Dios confió en él para protegerla, no para poseerla, no de esa manera. Ella es lo más puro y virtuoso del mundo, y no tiene derecho a tomarlo de esa forma. ¿Cómo se le ocurrió anteponer sus deseos al plan de Dios? ¿Qué tenía en la cabeza?
Los pensamientos se agolpan tanto como la culpa en su mente, al punto que falla un martillazo, pegándose en el dedo. El dolor es agudo, y lo frustra tanto que lo enfurece al punto de arrojar el martillo al piso.
—Por Sekhmet, pero que mal humor, ¿te hace falta tu esposa? —bromea Ishaq, entrando al depósito, trayendo consigo varios rollos de pergaminos, sosteniéndolos contra su pecho.
—No, no me hace falta. ¿Bien? —responde irritado, completamente a la defensiva.
—Hey, calma —ríe el aprendiz, al tiempo que deja los pergaminos sobre la mesada. —Puede pasarle a cualquiera —hace un gesto con la mano para tranquilizarlo y se inclina para tomar el martillo del suelo. —Es normal si te corre sangre en las venas —se encoge de hombros y le tiende la herramienta.
José permanece estático por un momento ante sus últimas palabras, como si no pudiera separar su dilema de la situación real.
—¿Qué? —deja escapar y lo ve con la mirada perdida.
—Que te enojes cuando algo no te sale bien —toma su mano y le coloca la herramienta él mismo sobre esta al verlo tan ido —. ¿Qué pasa contigo? — Le pasó la mano sobre los ojos para probar sus reflejos. —Deberías hablar con mi maestro para que te dé unos días libres —aconseja.
Ya han sido días difíciles, de silencios inmensos y miradas tensas; si pasaba más tiempo con ella, toda la situación se volvería más insoportable.
—No —reacciona —. Estoy bien, además ya nos falta poco para terminar.
—Sí, pero sé de buena fuente que mi maestro tiene más trabajo para ti —palmea su hombro. —La mano de obra de los hebreos siempre ha sido la mejor, ni siquiera sé por qué...—detuvo en seco sus palabras al ver el rostro serio de José —Claro —recordó —Mejor hay que volver al trabajo.
—Por favor —asiente el carpintero.
***
Aya hablaba y hablaba durante la caminata que habían decidido tener, opinaba sobre lo que ya había aprendido o decía cosas como lo hermoso que era Jesús y lo grande que eran sus cachetes al tiempo que los besaba.Decía tantas cosas, y por esta vez, la sobrepasaba.
Le dolía pensar que él la veía de esa manera. Él, de todas las personas. Aunque, tal vez, la parte más racional de ella lo entiende: Una cosa era aceptarlo, otra, descubrirlo por ti mismo.
El hecho de que no quisiera tomarla por miedo a encontrarla mancillada, después de todo lo que sacrificó por ella...Dios, ella lo comprendía, y, al mismo tiempo, era inevitable no sentirse despreciada, rechazada, como algo sin valor, algo indigno de él.
Ella quiere gritarle, quiere golpearlo, realmente quiere hacerlo, realmente podría hacerlo, pero... no puede culparlo, de una forma u otra sabía que las sombras del pasado volverían a nublar su matrimonio, y más cuando se trata de pasos tan importantes.
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Antes, durante y después de la Estrella (Journey To Bethlehem / Camino a Belén)
FanficDetalles que creo que faltaron en la película porque obviamente, al ser una película, no puede durar la cantidad de tiempo que necesito que dure para todas las respuestas que quiero.