II. Mary's Getting Married.

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Narrador Omnisciente Todopoderoso.

Habían pasado dos semanas desde que regresaron a Nazareth, y si bien, todavía no se mataron, eso no significaba que las cosas no eran tensas de vez en cuando.

—No es que no quiera que trabajes, solo digo que en tu estado tal vez...

—No estoy enferma, José —discutían en el comedor durante el desayuno.

—Lo sé, lo sé —levantó las manos en señal de rendición—. Pero no quiero que lo hagas porque crees que debes; de verdad, puedo solo. Ya monté el taller en la parte trasera de la casa, creo que le caigo bien a todos y ya tengo buena clientela, vamos a estar bien —le aseguró.

—A todas, querrás decir —soltó María por lo bajo al recordar lo que Deborah le había contado sobre lo que ocurrió en su ausencia.

—¿Qué? —preguntó al no haberla oído bien.

—Nada —se levantó de la mesa—. Y no creo que no puedas, solamente no quiero estar atrapada aquí —soltó duramente y le dio la espalda para volver al cuarto.

—¿Tan malo es estar aquí conmigo? —preguntó dolido desde la mesa.

Ella se detuvo ante la puerta del cuarto y volteó para mirarlo nuevamente.

—Yo no dije eso —aclaró—. Cuido a niños con Rebekah y Déborah, y a veces les enseño las escrituras — explicó bajando la mirada, apenada de haberlo tratado como lo hizo, sin haber intentado hablar por lo menos.

José lo entendió al instante. Su sueño de ser maestra.

Estaba tan concentrado en mantenerla a salvo y que todos le creyeran, que olvidó que ella tenía sus propios sueños. Como lo habían hablado la noche del compromiso.

—Claro —asintió—. Entonces —. Se levantó y abrió la puerta principal. —¿Qué esperas? —le sonrió mientras apuntaba con la mano a la salida.

Los labios de María se curvaron poco a poco en una sonrisa hasta que finalmente corrió a abrazarlo.

Él correspondió incrédulo de que ella lo haya abrazado. Era algo.

Tienes suerte de que alguien te quiera con todas tus ideas locas.

Las palabras de su padre hicieron eco en la cabeza de María.

—Yo voy a buscar madera, cuando vuelva prepararé el almuerzo —informó el muchacho—. Solo cuídate y conoce tus límites —rogó.

—¿Qué? ¡No! —deshizo el abrazo —. Yo prepararé el almuerzo antes de que regreses —dispuso en respuesta al buen gesto de dejarla ir a trabajar. El escenario de cualquier matrimonio normal hubiese sido diferente.

—O —dio un paso hacia ella —Dejo los troncos en el taller y luego voy a buscarte —aproximó su rostro al de ella —Y cocinamos juntos —le dedicó una sonrisa suave, a lo que ella solo observa expectante su próximo movimiento.

—Es un trato —ella toma su mano y la estrecha, arruinando por completo el momento antes de retirarse.

***

Los niños corrieron a su encuentro y apenas la vieron, dejando a Rebekah y Déborah plantadas. La adoraban.

La mañana había transcurrido sin inconvenientes, si bien los niños son un caos constante, ella sabía cómo distraerlos o llamar su atención.

No se excedió, como se lo pidió José. Sus hermanas cargaron a los niños más pequeños cuando era necesario y dejaron de lado los juegos más pesados, limitándose a leerles y aclarar sus dudas. Los niños hacían preguntas profundas cuando se lo proponían.

Antes, durante y después de la Estrella (Journey To Bethlehem / Camino a Belén)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora