Capitulo 4

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Somos una casualidad llena de intención —Mario Benedetti.

El sol de la mañana del sábado se filtraba por el ventanal polarizado, dónde se encontraba Yoongi, de pie aún medio adormilado y con el cabello algo alborotado. El alfa estiró su cuerpo mientras se quejaba al sentir dolor en su espalda. Sus pies se movieron con pereza por el piso de baldosas beige mientras se dirigía a la cocina.

No tenía ánimos para cocinar esa mañana, de todos modos, dudaba que tuviera algo para cocinar, por lo general siempre comía fuera de casa por estar trabajando o en la facultad. Casi no pasaba tiempo en aquel apartamento, aunque vivía en el edificio con la mejor vista, podría hacer cualquier cosa, pero le parecía aburrido y muy solitario tener que quedarse solo en aquellas cuatro paredes.

No se quejaba de estar solo, en realidad estaba muy acostumbrado a ello, podía hacer cosas por su cuenta, pero tampoco podía negar que a veces se sentía un poco vacío y deseaba tener con quien hablar. Pero no había nadie

Estaba bien haciendo sus cosas solo, yendo al cine, a cenar a un lugar caro, después de todo trabajaba para algo, no tenía con quien gastar ese dinero más que para el mismo. No era un hombre muy adinerado, pero podía decir que vivía cómodamente.

Tenía amigos, pero la mayoría de ellos tenían familias formadas y omegas marcados. Sus amigos por lo general le dedicaban los fines de semana a sus familias, padres, parejas. Él no tenía nada de eso. Ni familia, ni pareja, solo a sí mismo.

Se sentó en la butaca frente al piano que se encontraba en la esquina de la sala, detrás del largo sillón marrón en forma de L y pegado al ventanal. Sus dedos se deslizaron sobre las teclas del piano con suavidad e inició una dulce melodía que disfrutaba en tranquilidad.

Desde que empezó a trabajar siempre quiso comparar un piano, cuando pudo no dudó en hacerlo y se compró un piano de cola negro que tocaba casi a diario. Había aprendido a tocarlo en el orfanato, incluso era llamado el chico piano o el de los libros. Fue lo único a lo que se dedicó desde pequeño, y siempre que lo hacía extrañamente se sentía familiar, aunque no tuviese, se sentía llegar al hogar de sus padres, y por eso nunca dejó de tocar y nunca dejará de hacerlo.

—Necesito un buen café—se dijo a si mismo dejando de tocar el piano.

Decidió que ese día saldría y disfrutaría del buen clima. Mientras rascaba su cabeza, empujó la puerta que daba a su cuarto de ejercicios. Solía ejercitarse todas las mañanas y ese día no sería la excepción.

Después de su rutina diaria y una ducha larga, se vistió con una camiseta negra, un pantalón negro de cuadros, zapatos deportivos y una gabardina marrón que le llegaba hasta las rodillas.

Con una mano acomodó el flequillo de su cabello que cubría sus cejas y se colocó una gorra negra antes de salir de casa. Dejó el libro que había empezado a leer en el asiento copiloto mientras se dirigía a la cafetería.

Kitchen era un libro de uno de sus autores favoritos, Banana Yoshimoto. Estaba sumergido en el desánimo y el duelo de Mikage Sakura tras la muerte de su abuela. A Yoongi le gustaba como la protagonista lidiaba un poco más con su dolor en su pasión por la cocina, pero le parecía aún más interesante el chico que conoció, Yuichi, quien vivía con su padre que se convirtió en transexual como una forma de llenar el vacío que dejó la madre biológica de Yuichi al morir. Curiosamente Mikage termina viviendo con ellos, una de las pocas personas que realmente los aceptó como familia.

Al alfa le gustaba que fuera una lectura ligera, mostraba a como sobreponerse ante la pérdida y el dolor. Él no sabía que se sentía perder a alguien realmente importante en la vida, aunque en ocasiones se sentía abandonado, el dolor de la perdida no estaba. Leyendo aquel libro podía sentir que saboreaba cada platillo que preparaba Mikage y como se enfrentaba a la soledad refugiándose en algo que le apasionaba.

Chosen |OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora