Capitulo 38

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Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos —Eduardo Galeano.

Los siguientes días volvieron a la normalidad para Jimin, a excepción de su padre, tuvo que acostumbrarse a verlo casi a diario, a veces dejaba a su madre y se iba en su lujoso coche. Casi todos los días iba a cenar con ellos y se quedaba los fines de semana, el único momento en el que él podía estar con su madre, ahí estaba Haejin tratando de jugar a la familia feliz.

Jimin se limitó a saludarlo solo por educación y para evitar discusiones, pero no se tomó la molestia de tener una conversación con él.

Decidió seguir el consejo de su amigo y no apartarse de su madre, no podía permitir que su padre llegara a interferir en la relación que ellos tenían; aunque no estaba para nada de acuerdo con la decisión de su Eun-ji y en como ella estaba dejando que el alfa volviera a sus vidas, no dejó que aquello fuera razón como para alejarse de ella, después de todo seguía siendo su madre.

Tal y como Yoongi le dijo noches atrás, intentó ponerse en los zapatos de su madre, la observó mientras recibía al alfa los sábados o las mañanas en las que el la dejaba en casa después del trabajo, y notó que definitivamente su semblante era completamente diferente.

Todas las veces que Jimin vio como el lobo de su madre se manifestaba, pensaba que era por miedo, todo ese tiempo que ella sufrió por él; pensó que si algún día lo veía le tendría miedo, pero resultó ser todo lo contrario y ese pequeño detalle fue lo que le hizo aceptar lo que sea que ella tuviera con Haejin.

Después de tantos años de miseria y sufrimiento, finalmente su madre lucia tan diferente, su mirada era distinta. Ya no recibía llamadas de ella ansiosa o pidiéndole que se detuviera en la farmacia por sus medicamentos, al llegar a casa no se veía en la necesidad de seguir directo a su recámara y vigilar su sueño.

La pareció tan irónico que la misma persona encargada de hacerle daño, era la única con el poder de acabar con esa agonía. Haejin era su veneno, pero también su antídoto.

No, no confiaba en él, pero aparentemente su madre si y al menos el parecía hacerla feliz. Por lo que ha podido presenciar, la trataba bien y si algo deseaba para su madre, era felicidad, aunque no dependiera directamente de él; Jimin estaba seguro que aunque ella estuviera feliz con su alfa, el seguiría siendo su ancla, y nunca dejará de serlo.

Durante esos días, acostumbró en visitar a Seokjin en su hora de almuerzo antes de volver a trabajar, ahora que no tenía el mismo horario de almuerzo que su alfa, casi siempre iba a casa de sus amigos hasta que el delta empezó a recuperarse poco a poco.

Intentó volver a contactar a Taehyung a través de Seokjin, lo que fue difícil debido a que éste trabajaba desde casa, pero cuando finalmente pudo hablar con su amigo, éste tuvo que rechazar su propuesta para verse, estaba en su ciclo de celo, lo que significaba que para sus padres se supone que debería pasarlo con Bogum y si el rubio se aparecía en la casa levantaría sospechas.

Era sábado en la tarde, luego de haber salido de clases hizo una parada en la tienda para comprar nueva pinturas y pinceles que necesitaba para el nuevo proyecto que debía entregar en dos días. Necesitaba toda la inspiración para poder dibujar.

Al cruzar por la puerta, no esperaba encontrar a su padre sentando en la sala de estar con su madre sirviendo café una taza en dos tazas.

Jiminie, llegaste temprano, ¿almorzaste? —fue lo primero que dijo su madre mientras se quitaba los zapatos en la entrada.

—Aún no almuerzo, madre —contestó saludando al hombre en de la sala de estar con una pequeña reverencia, únicamente por educación y para evitar una mirada de reproche por parte de su madre.

Chosen |OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora