25. Luz

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La canción del capítulo es Nada sale mal, de Aitana


La pareja llega al set de grabación junta, sin Menchu. Les ha avisado que llegaría algo más tarde y, dado que es la última en narrar en cada turno, puede permitírselo.

—¿Por dónde empezamos? —pregunta la directora, cuando la del flequillo ha tomado asiento y tiene tras ella a la pelirroja—. ¿Latinoamérica?

—Antes de eso..., los Romaña Lasierra tuvieron una aparición en nuestras vidas que merece la pena mencionar.

∞∞∞

A semanas de coger el primer vuelo intercontinental de sus vidas, se han acomodado en Madrid para pasar unos días tranquilos. Ainhoa cada vez es más garrapata (como dice José Antonio) en casa de su novia y su mejor amiga, así que no es raro el día que es más fácil buscarla ahí.

Es temprano, es sábado y ninguna tiene muchas ganas de moverse del piso. Ya han planeado pedir comida a domicilio para poder seguir con la maratón de la serie que se empezaron juntas y que tienen prohibido continuar sin la pelirroja.

Cuando suena el timbre, Luz está con un ojo cerrado y el otro a falta de muy poco para seguir el mismo camino. Le da un golpecito en el muslo a Ainhoa, que alza una ceja en su dirección.

—¿Puedes abrir?

—Es vuestra casa.

La pequeña inclina la cabeza en dirección a Menchu, que ya duerme sin importarle cómo van con la serie.

—Estoy muerta. ¿No me harías ese favor? —Pestañea con un coqueteo que termina por desarmarla.

—Está bien... —Se rasca el ojo, quitándose de encima la manta bajo la que se habían acomodado—. Pero luego cuando pidamos la comida vas a ir tú.

—¡Eso está hecho!

Menchu gruñe algo imposible de descifrar y se mueve en el sofá. Ainhoa resopla y termina de incorporarse. No tarda en llegar hasta la puerta de entrada, darle vuelta a la llave que siempre tienen puesta y abrir la puerta.

Se queda un poco pillada al descubrir un bigote, dando un paso atrás. Lo conoce perfectamente, y no viene solo. Los padres de Luz.

—¡Anda, Ainhoa, no esperábamos encontrarte aquí! —Javi se acerca para darle dos besos—. Venimos dos veces al año porque Luz es incapaz de coger el teléfono. ¿Tú también te has mudado a casa de las locas?

—Eh..., no. Sigo en mi piso de siempre. Estábamos viendo una serie todas juntas, ya sabéis, aprovechando los últimos días antes de la gira.

—Eso está bien, que a veces sois muy exigentes todas. —Intervino Silvia, su suegra (aunque eso ella no lo supiera)—. Hola, cariño. Ya vemos poco a mi hija, imagínate a ti. ¿Cómo has estado?

Abre la boca para hablar, pero ya tiene a Luz a su lado. Ha debido escucharlos y se ha espabilado más rápido que con comida.

—¡Pero bueno! ¿Qué hacéis vosotros por aquí? —Se lanza hacia su madre para abrazarla y darle un beso.

—Pues que nos vamos para Los Ángeles un par de semanas, que tu padre produce el próximo disco de...

—Eso aún es clasificado —interrumpe Javier—. Es que hija, si no hay manera de que vengas, tendremos que llevar la montaña nosotros.

—Vais a volver cuando nosotras nos vayamos a Argentina —refunfuña, escondiéndose en el cuello de la mujer.

—Eso es lo que tiene el trabajo, y por suerte los tres estamos muy servidos. —Le guiñó un ojo—. ¿Cómo lleváis lo de la gira, Ainhoa? ¿Muchos nervios?

El latido de una melodía - LuznhoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora