6. Menchu

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Vuelvo a dejar Seis, de Ana Guerra <3

—Lo más guay de aquella época para mí fueron los estrenos —comenta la castaña, de piernas cruzadas y vista fija—. Éramos unas niñas que no tenían ni idea de nada, que lo único que queríamos era vivir de la música, así que era emocionante estrenar una canción, que la gente la comentara en redes sociales, que reaccionaran y nos mandaran sus vídeos...

» Aún es emocionante, que no me malinterpreten, pero es de forma distinta. Era lo nuevo, nos sorprendía todo... Ahora creo que lo vemos de forma distinta, como más maduras, pensando que todo lo bueno baja... Es como que, después de todas las hostias que nos han dado con la discográfica, ya lo disfrutamos con cuidado, mirando como de reojo para no creernos algo bueno que nos pase.

—Entonces, ¿esa primera introducción al mundo de la música fue bien? Ainhoa me estaba contando cuando grabasteis el videoclip.

—Bastante moderada, la verdad. —Se encoge de hombros—. «Seis» es una canción preciosa, me siento muy orgullosa de ella y de todo lo que vino después, pero quizá empezar con una balada en un mundo en el que el reggaetón está a la orden del día...

—¿Y cómo fue ese día?

Unos años atrás, Luz pega saltos hasta llegar al sofá del piso de la malagueña del grupo. Ainhoa aparta, con una sonrisa divertida, el bol de palomitas, para dejar que se siente y evitar así que espachurre las palomitas con su nerviosismo.

—Por favor, dime que te vas a relajar, porque no ayudas a calmar mis nervios. —Se mete cuatro o cinco palomitas en la boca.

—No lo sé, Nhoa, no lo sé, es que es súper guay todo, no me puedo creer que esto esté a punto de pasar. —Hace aspavientos con los brazos, tirando el bol boca abajo.

—¿Podéis por favor dejar todo como lo encontréis? —Menchu entra entonces, con camiseta de tirantes y pantalones anchos—. Que luego la que limpia soy yo.

—Vale, cascarrabias.

—Ay, lo siento, Nhoa, estoy muy nerviosa. —Tira de su cuello para besar su mejilla repetidas veces—. Dios, es que es muy fuerte todo, ¿eh? ¿Están los ordenadores encendidos?

—Los tres. —Señala Luz, mordisqueándose la uña del pulgar—. ¿Cómo hacemos para que pase más rápido el tiempo? No aguanto hasta las doce, ya os lo digo.

Con cuidado, la pelirroja le aparta la mano de la boca, evitando así que siga mordiéndose las uñas. Luz coge mucho aire y se queda clavada en ese roce de sus manos, tan efímero para la contraria, pero inolvidable para una castaña que cada vez se siente más extraña a su alrededor.

Extraña por no decir otra palabra que no se atreve, no con la situación que tienen.

Menchu no parece notar el momento, tenso pero importante, y continúa parloteando, cambiando las pestañas de YouTube, asegurándose de que esté todo bien. Tienen los móviles listos para subir los vídeos promocionales, así como los enlaces para que encuentren su canción.

La cuenta atrás comienza, encontrándolas inclinadas sobre los ordenadores. Han conectado uno de ellos a la tele de la dueña del piso, pero prefieren vigilar cada segundo directamente desde las pantallas que tienen más cerca.

—Esta mierda es eterna —masculla Ainhoa, apoyando los codos sobre sus rodillas, como si la acercara más.

—¿Por qué sigue girando la bola? Pensaba que solo era un minuto. —Se incorpora Luz, pero no tarda más de un segundo en volver a su posición inicial.

—Joder, joder, joder, que empiece ya...

—Si parece que estamos nosotras y dos más viendo esto —musita Menchu, apretándose los mofletes.

El latido de una melodía - LuznhoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora