Hoy hemos quedado en la central de M&S.
Taissa me ha pedido que le dejara visitar las instalaciones para conocer el producto, y debo admitir que no me ha sorprendido. Siempre se ha caracterizado por ser muy curiosa y estoy seguro de que esa sed de conocimiento será la que la lleve al éxito de esta campaña. Desconozco cuáles son sus planes, qué estará urdiendo esa cabecita, a pesar de que con las pinceladas que dio en la última reunión, demostró estar muy convencida de que nos quiere sorprender.
Y no lo dudo.
Antes de que presente su propuesta, sé que será la ganadora. Gia todavía no ha dado señales de avanzar en el proyecto y espero por el bien de Lorenzo que esté a la altura. Me juego mucho aquí y no deseo estropearlo. La media sonrisa que me dedicó todavía la tengo grabada en los huesos, esperando a que se digne a regalarme otra más.
Así voy por la vida, recogiendo las migajas que Taissa va esparciendo a su paso.
Puta vida.
Aunque darle esas entradas a Taissa me sirvió de excusa para hablar con ella a solas, decirle que podía ir con Chad a disfrutar del espectáculo fue una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer desde que la vi por primera vez en la sala de reuniones hace menos de una semana.
Dios. Solo han pasado cuatro días y ya me estoy cuestionando cómo haré para soportar este suplicio veintiséis días más.
A la hora señalada la veo entrar por la puerta junto a Chad. Vienen charlando, no sé de qué, y riendo de alguna broma que seguramente habrán hecho.
—¡Hola! —me saluda entusiasmada al advertir que me encuentro detrás del mostrador principal acompañado de uno de mis vendedores.
—Enseguida vuelvo, Leandro —le digo al salir a su encuentro—. ¿Qué tal?
—¡Madre mía, qué motos más chulas tenéis aquí! —expresa abarcando la inmensidad del salón de exposición.
Ahora entiendo su entusiasmo... No está feliz de verme a mí, sino a las máquinas que la han deslumbrado por completo.
—Hola, Chad. —Extiendo mi mano para estrechar la suya y él me corresponde con educación.
—¿Hace mucho que habéis montado este concesionario?
—Unos cinco años. En realidad, lo inauguró el padre de Lorenzo, pero poco después enfermó y decidió cedérselo. Como no tenía mucha experiencia en el tema, me ofreció asociarnos.
—A ti siempre te gustaron las motos —acota Taissa con un tono de voz cargado de añoranza.
—Sí. La verdad es que no dudé mucho en aceptar la oferta. En ese momento estudiaba Administración de Empresas y hasta me vino muy bien para las prácticas.
—Pues se nota que has aprendido muy bien el oficio.
—Lorenzo siempre dice que el verdadero CEO de la empresa soy yo, él se limita a dar la cara.
ESTÁS LEYENDO
Una Estrategia para Conquistarte
ChickLitUn viaje a Milán. Una campaña de publicidad. Un ascenso prometedor. ¿Qué podría salir mal? Taissa es experta en Marketing y trabaja para una prestigiosa agencia de Chicago. Caótica, desordenada e impulsiva, se encuentra en el punto de mira de su jef...