Cesco: Necesito hablar contigo, por favor. Atiende mis llamadas.
Cesco: Tais... Te lo suplico. No quiero que lo nuestro termine así.
Cesco: No sabes cuánto lamento lo ocurrido. Actué fatal, lo reconozco, pero te juro que en ningún momento pretendía herirte. Mi intención era recuperarte.
Cesco: ¿No vas a contestar?
Cesco: Vale, ¿quieres una confesión? Allí va... Te he amado desde el instante en el que me miraste aquel primer día de clases y me ofreciste sentarme a tu lado. Cuando Liam se burló de mí y tú me defendiste. Cuando, sin conocer a nadie, me refugié en la calidez de tu sonrisa y en la comodidad de tu carácter abierto.
Eres y serás siempre mi heroína, el planeta que define mi órbita, la luz que guía mi camino y mi meta final. He sido un cabrón, Taissa. Te traje a Milán para pedirte explicaciones por lo sucedido hace años, sin darme cuenta de que, en realidad, lo hice porque no puedo vivir sin ti.
Cesco: No he tenido nada que ver con lo que tramó Lorenzo. Jamás imaginé que fuese capaz de perjudicarte, y te aseguro que esto no caerá en saco roto. No me interesa la empresa, ni la campaña, ni nada más que no seas tú, Tais. No me importa el pasado, lo que hicimos o lo que nos distanció. Quiero un futuro contigo y lucharé por conseguirlo.
Dame otra oportunidad y te prometo que, aunque la cague mil veces más, haré lo posible por ser el hombre que te mereces.
***
Acabo de colocar la estrella en lo alto de nuestro modesto, pero especial árbol de Navidad. El apartamento que comparto con June tiene una pequeña chimenea que hoy hemos encendido, ya que el invierno está haciendo de las suyas en Chicago. Ayer ha nevado con intensidad y las calles se han teñido de blanco, obligándonos a sacar gorro, guantes y bufandas del armario antes de salir a comprar la decoración para estas fiestas.
—Ha quedado genial —observa ella, colgando el último bastón de caramelo en la chimenea.
Observo las fotografías que decoran la estantería. La mayoría son nuestras, desde el momento en que nos conocimos hasta algunas de nuestras vacaciones de verano en Florida. La mejor es aquella en la que posamos juntas en la playa, justo antes de que una enorme ola nos arrastrara unos cuantos metros.
Río al recordar el instante exacto en que el socorrista acudió a nuestro rescate y descubrió a June en pelota picada, tratando de recuperar la parte de arriba de su diminuto bikini, que había sido arrastrada por la feroz embestida.
—¿Estáis bien? —preguntó preocupadísimo.
Mi amiga tosió escupiendo agua y se recompuso con dignidad, olvidándose del revolcón y de mi existencia por completo. De pronto, no tenía más ojos que para el bañero buenorro.
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Una Estrategia para Conquistarte
ChickLitUn viaje a Milán. Una campaña de publicidad. Un ascenso prometedor. ¿Qué podría salir mal? Taissa es experta en Marketing y trabaja para una prestigiosa agencia de Chicago. Caótica, desordenada e impulsiva, se encuentra en el punto de mira de su jef...