Todavía no salgo de mi asombro.
Me encuentro en el saloncito del apartamento, contemplando atónita un paquete que ha llegado a mi nombre y que no tengo ni la menor idea lo que puede contener. Chad me observa atentamente, aunque no ha pronunciado una sola palabra desde que el mensajero ha tocado el timbre.
Hemos llegado hace un rato de la oficina, tras una mañana bastante productiva. Son las tres y media de la tarde; comimos en una de nuestras terrazas favoritas y después hemos subido a nuestro piso para descansar, ya que esta noche tenemos pendiente una función en el teatro.
—¿No piensas abrirlo?
—Miedo me da lo que haya dentro.
—¿Un arma?
—¡Eres insufrible! —protesto resoplando y él se ríe—. Esto no tiene remitente.
—Tiene pinta de ser algo caro.
Me decido a quitar el envoltorio con cuidado y a no ocultar mi sorpresa cuando descubro una caja con el membrete de una de las tiendas más caras de Milán.
—¿Qué demonios es esto?
—¿Ropa? —Miro a Chad con una ceja arqueada y él se encoge de hombros—. Parece que alguien ha querido hacerte un regalo.
—No me interesa —determino apartando el bulto y dirigiéndome a la cocina.
—Vamos, Taissa. Bájate de la burra de una vez.
—¿Perdón?
—¿Tan orgullosa eres que no aceptas un obsequio? Además, no sabes de dónde viene.
—Por supuesto que lo sé, Chad. ¿Me has visto cara de gilipollas? ¿Qué persona de todas las que conoces puede darse el lujo de gastarse unos cuantos miles de euros en esta tienda? —Mi amigo permanece en silencio. Su gesto contrariado me da la respuesta—. Paso.
—¿Me dejas abrirlo?
—Todo tuyo.
Desaparezco rumbo a la cocina, evitando ver el contenido del paquete, aunque debo admitir que me muero de curiosidad. ¿Qué busca Francesco? ¿Impresionarme? Va listo si cree que con su dinero puede comprar su redención.
Estoy abriendo la nevera para sacar un refresco, cuando oigo a Chad silbar asombrado.
—Joder...
—Vale, tú ganas —protesto, resignada, poniendo los ojos en blanco y dándome la vuelta—. ¡Esto no se hace!
Cuando mis ojos alcanzan a ver una bellísima tela estampada de flores en tonos rosa, verde y violeta, me quedo con la boca abierta. Camino dando pasos lentos, como si no quisiera tocar ese vestido que debe de haber costado un pastizal y que tiene un diseño exquisito.
—Qué maravilla... —balbuceo al quedarme frente a la caja abierta.
—Tais, no ponértelo esta noche, se consideraría un pecado.
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Una Estrategia para Conquistarte
ChickLitUn viaje a Milán. Una campaña de publicidad. Un ascenso prometedor. ¿Qué podría salir mal? Taissa es experta en Marketing y trabaja para una prestigiosa agencia de Chicago. Caótica, desordenada e impulsiva, se encuentra en el punto de mira de su jef...