Un reflejo en el espejo puede ser simplemente la imagen que te devuelve el cristal de ti misma, o puede ser una premonición de lo que serás dentro de unos años.
Solo que no lo sabes.
Ahí radica la diferencia entre ser una niña de seis años que comienza su primer curso escolar o una adulta que se enfrenta al mundo con la ilusión de vivir una vida llena de emocionantes hazañas.
Taissa Rosenfield lo desconocía, pero aquel lunes lluvioso de septiembre en el que el cielo había decidido volverse gris y plomizo, tendría lugar un acontecimiento que marcaría el rumbo de sus pasos por el mundo.
Es curioso como simples hechos y decisiones hacen que nuestro destino se escriba de una manera u otra. Si estamos atentos a lo que nos rodea, puede que vislumbremos la esencia de los momentos importantes o que los dejemos pasar sin más.
Para su propia fortuna —o no—, Taissa era una niña que gozaba de una perspicacia impropia para su corta edad. No solía mirar hacia otro lado si alguien necesitaba una mano amiga, por lo que siempre estaba dispuesta a darla. Odiaba las injusticias y procuraba que todos se sintieran cómodos en su compañía. Detestaba verse envuelta en conflictos, porque consideraba que ningún problema era lo suficientemente crucial como para romper la armonía que se gesta entre dos personas.
Por eso mismo todos la querían y ella se había ganado un sitio en el grupo de niños que ese año integraban la clase de la señorita Bening.
—¿Quieres que te haga dos trenzas de esas que te gustan? —le preguntó Marla, agachada a su lado mientras Taissa se contemplaba en el espejo que colgaba de la puerta de su armario.
—Prefiero el pelo suelto.
—Vaaaleee...
Su madre ya estaba más que acostumbrada a su carácter decidido y tajante. Ser la del medio tenía sus ventajas y desventajas. Por un lado, su pequeña hacía valer su criterio por encima de todo y de todos. Nada la detenía. Si se le metía algo en la cabeza, era muy complicado hacerla cambiar de opinión, pero también pecaba de vulnerable y no siempre era capaz de resolver los inconvenientes por sí misma. Solía buscar ayuda si Candice, su hermana mayor, le daba órdenes sin ton ni son y no deseaba acatarlas, o si Eileen, la menor, se encaprichaba con alguna de sus muñecas, dejándola en un estado de ira contenida que la hacía enrabietarse de impotencia.
Pizpireta, se contempló por última vez sonriendo al comprobar que su sudadera rosa chicle estaba en su sitio y que sus Converse blancas impolutas destacaban entre las de sus hermanas, que ese año, no estrenaban calzado como ella. Llevaban las mismas del anterior. Y todo porque Taissa había preferido sacrificar sus ahorros para lucir sus zapatillas favoritas el primer día de clase.
Un pequeño detalle las hacía más originales que el resto: los cordones eran dispares. En la de la derecha los llevaba fucsias, y en la izquierda, naranjas.
—¡Daos prisa o llegaremos tarde! —chilló su padre desde la puerta. El coche aguardaba aparcado con el motor encendido, lo que a Taissa le provocó dolor de tripa.
Eran los nervios de la anticipación. De lo nuevo. Lo desconocido.
Sí, muchos de sus compañeros del Kindergarten continuarían en la misma escuela, pero otros se habían cambiado, y también era probable que vinieran algunos nuevos. Sonrió ante la posibilidad de hacer amigos. Era algo que le proporcionaba satisfacción.
Su segundo nombre bien podría haber sido aventura.
Cogió la mochila que descansaba en el vestíbulo y se apartó a un lado cuando sus dos hermanas cruzaron apresuradamente la entrada, compitiendo para ver quién llegaba primero. Era evidente que Candice se llevaría la victoria, tanto por su edad como por su astucia. Por otro lado, Eileen, con sus escasos cuatro años, extendió sus brazos para capturar la sonrisa cariñosa de su padre. Él la colocó rápidamente en la silla con isofix y, tras asegurarla, le dio un beso tierno en la frente
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Una Estrategia para Conquistarte
ChickLitUn viaje a Milán. Una campaña de publicidad. Un ascenso prometedor. ¿Qué podría salir mal? Taissa es experta en Marketing y trabaja para una prestigiosa agencia de Chicago. Caótica, desordenada e impulsiva, se encuentra en el punto de mira de su jef...