CAPÍTULO 34

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Chicago en Navidad es realmente impresionante

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Chicago en Navidad es realmente impresionante.

No difiere mucho de Milán en términos de decoración y lujo, pero se destaca por su estilo, que aquí siempre ha sido más moderno. No voy a negar que poner un pie en el aeropuerto de O'Hare después de tantos años me provocó una sensación extraña. Fue una mezcla de nostalgia y expectación, porque saber que en pocas horas vería a Taissa me producía pánico y excitación a la vez. Una muy intensa, por cierto.

Llevo días imaginando nuestro reencuentro, especulando en cómo será el momento exacto en que nos veamos las caras después de tantos meses. ¿Cómo reaccionará? ¿Con sorpresa? ¿Cabreo? ¿Anhelo? Las posibilidades son miles y yo solo deseo que una de ellas se haga realidad, una donde acepta mis disculpas y me abre por fin su corazón sin reservas.

¿Imposible? Puede ser, pero no hay nada que quiera más ahora mismo, y dicen que cuando uno desea algo con tanta pasión, suele cumplirse.

Camino por una de las avenidas más concurridas, la Michigan Avenue, donde las luces navideñas no dejan de parpadear y el ir y venir de la gente, los coches y los villancicos interpretados por alguna que otra orquesta callejera lo invaden todo. El sol ya se ha ocultado y la noche despunta a través de los edificios que se alzan inmensos e imponentes.

Me detengo a escuchar a un grupo que corea el mítico O Holy Night, quedándome prendado con la solista que atrae a los transeúntes con su maravillosa voz. Mi mente vaga por innumerables recuerdos de estas calles que tantas veces he transitado de pequeño, cuando con mis padres veníamos en busca del regalo perfecto para cada integrante de la familia. Me abrazo y me aferro a ellos con la esperanza recorriendo mi piel. Parece que hubiesen pasado siglos de aquello, y solo han sido unos años.

Le envío un mensaje a Maurizio con una foto de la estampa que ahora mismo contemplo y él no tarda en contestarla con un «Suerte, hermano mío. A por todas».

Cuando les comuniqué a mis padres que había decidido pasar las fiestas aquí y que no regresaría a Italia en un tiempo, los ojos de ambos se humedecieron, pero sus palabras de aliento no tardaron en llegar, tampoco los abrazos que nos dimos y las lágrimas que derramamos. Mi hermano Paolo lo supo días después y su reacción no fue muy diferente. Se aferró a la idea de que, si lo intentaba, mi vida daría un giro tan grande, que probablemente ni yo mismo me lo creería.

Y así fue, porque cuando por fin hice las maletas y decidí traerme no solo lo básico, supe que esto podría salir muy bien, pero que también había una mínima posibilidad de que saliera muy mal. No había tenido contacto con Taissa, no sabía qué me encontraría al llegar, pero de lo que sí estaba seguro era de que debía intentarlo o me arrepentiría el resto de mi vida.

Demasiados errores he cometido, tantos que ya casi ni los cuento, pero sostengo que los seres humanos estamos hechos de malas decisiones, que con el paso del tiempo nos demuestran que debimos escogerlas alguna vez para equivocarnos y así aprender de ellas.

Una Estrategia para ConquistarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora