La noche del viernes en casa resultó ser más relajada de lo que esperaba. Al parecer, mi hermana había tenido una semana positiva en el trabajo, ya que no venía dispuesta a pelear. Entró por la puerta ondeando la bandera blanca de la paz, cosa que agradecí, porque bastante tenía ya con la noticia del viaje a Italia como para tener que aguantar sus idas de olla.
Conversamos en un ambiente ameno, y como siempre, Chad y mi padre comenzaron a discutir sobre béisbol y las jugadas destacadas de la temporada. Me encanta ver lo bien que se llevan. Siempre he pensado que, si alguna vez tengo la fortuna de que alguien me quiera tanto como él, me gustaría que esa persona tuviera una relación tan estrecha con mi padre como la que tiene mi mejor amigo.
Aunque no lo parezca, para mí es muy importante mantener la armonía familiar, cosa que no siempre consigo con Candice. Desearía arreglar nuestras diferencias y no mantenernos en este tira y afloja constante que me saca de quicio, pero lamentablemente, no todo depende de mí. Solo tengo el cincuenta por ciento del poder de cambiar nuestra caótica relación.
Ahora mismo me entretengo mirando cómo le pintan las uñas a June en el salón de belleza. ¿Que cómo hemos acabado aquí? Anoche se quedó a dormir en casa de mis padres —tal como lo habíamos planeado— y hoy nos hemos dedicado el día para nosotras. Ya que es domingo, hemos aprovechado para citarnos con la peluquera, y después he pasado por la fastidiosa depilación láser muy a mi pesar. Llevo casi todas las sesiones del famoso integral, gracias a la insistencia de mi querida amiga, que no se detuvo hasta convencerme de que el lema «sin un solo pelo en el cuerpo» es muy necesario hoy en día. No puedo decir que me desagrade, aunque yo hubiese optado por una simple brasileña.
—Mira qué color más bonito —me dice luciendo la gama cromática de rojo intenso que ha elegido para sus uñas.
—Me encanta.
—¿Vas a cortarte el pelo?
—Sabes que me gusta llevarlo por encima de los hombros. Por comodidad y por estilo.
—Te pega. Siendo tan delgada y con ese cuello que tienes, no podría ser de otra manera.
Sonrío, y la chica que acaba de terminar con la manicura de June me invita a sentarme.
—Voy a echar de menos estas salidas —confieso por la boca pequeña cuando la esteticista empieza a limar mis uñas.
—Y yo... Pero piensa que solo son treinta días. Luego volverás a la rutina y extrañarás pasearte por las fantásticas calles de Milán comprando en esas tiendas prohibitivas.
—Por eso mismo son prohibitivas, porque no compraré nada.
June estalla en carcajadas.
—Eso lo veremos.
—Soy una mujer previsora. Sabes que me doy mis caprichos, pero algunos están fuera de mi alcance. Ergo, un bolsito minúsculo de Gucci que excede los dos mil dólares.
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Una Estrategia para Conquistarte
ChickLitUn viaje a Milán. Una campaña de publicidad. Un ascenso prometedor. ¿Qué podría salir mal? Taissa es experta en Marketing y trabaja para una prestigiosa agencia de Chicago. Caótica, desordenada e impulsiva, se encuentra en el punto de mira de su jef...