CAPÍTULO 31

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Haber pasado la noche en casa de mis padres y el resto del lunes acompañada de mi familia terminó siendo una magnífica idea

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Haber pasado la noche en casa de mis padres y el resto del lunes acompañada de mi familia terminó siendo una magnífica idea. Debo reconocerle a mi madre, que el hecho de no estar sola y haber hablado con ella y con Eileen largo y tendido, me ayudó a recomponerme y a ver las cosas con otra perspectiva.

En realidad, estando lejos se aprecian de otra manera.

Siento que ayer lloré lo necesario como para limpiarme por dentro, aunque hay heridas que no sanan tan fácilmente. Hay que dejarlas al aire para que cicatricen y así poder seguir adelante.

Durante la tarde nos dimos un chapuzón en la piscina y les conté la propuesta de June para irme con ella a Florida.

—¡Aprovéchalo, Taissa! —me animó mi hermana—. Te vendrán bien unos días de desconexión y seguro que lo pasáis genial.

—Le he dicho que me lo pensaría.

—¿Has hablado con Chad? —preguntó mi madre con la boca pequeña, mientras le daba un trago al zumo de zanahoria y naranja que nos habíamos preparado un rato antes.

—No, aunque supongo que le veré mañana en la oficina.

Mi madre se levantó de la tumbona y supe con certeza que estaba a punto de pronunciar uno de sus habituales sermones.

—Tienes que arreglar las cosas con él.

—No fue su culpa, Taissa —lo apañó Eileen.

—¡Claro que sí! —exclamé descolocada. No era posible que no vieran hasta dónde había metido la pata, liándose con esa impresentable.

—A ti también te engañaron y no supiste verlo a tiempo —insistió mi madre—. Imagino lo mal que se sintió al darse cuenta de que esa mujer lo había utilizado.

Puse los ojos en blanco y resoplé por lo bajo, era en vano. Mi madre lo defendería a capa y espada, aunque hubiese cometido un asesinato. Chad es su ojito derecho, y nada ni nadie cambiará eso jamás.

—Hablaré con él, te lo prometo —dije finalmente, para evitar que siguiera dándome la lata con el tema—. Solo dame tiempo a que me ubique un poco, mamá. Todo ha sido muy reciente y todavía estoy enfadada con él.

—Vale, vale... Pero por favor, no permitas que vuestra amistad se vaya al traste por algo que no lo merece.

—De acuerdo.

Más tarde nos dedicamos a hacernos la manicura las tres, a mimarnos un poco aprovechando el tiempo libre, incluso mi madre se ofreció a hacerme la mascarilla en el pelo para que recuperase un poco del brillo que había perdido durante todos estos días en que la depresión le había ganado el pulso a mis ganas de verme guapa.

Después de cenar con mi familia, decidí regresar a mi apartamento. June había salido, por lo que tuve tiempo de deshacer la maleta —que todavía seguía intacta desde mi regreso— y a poner en orden mi armario.

Una Estrategia para ConquistarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora