CAPÍTULO 18

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Taissa y Martina conversan como si se conocieran de toda la vida

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Taissa y Martina conversan como si se conocieran de toda la vida.

¿Qué hacemos aquí? Pues estas locas de remate van a lanzarse desde una avioneta para probarse a sí mismas que son invencibles.

A mí me va a dar algo.

¿Por qué? Pues porque soy un puñetero imbécil y no he sabido decirle que no a Taissa. Jamás he podido hacerlo, de hecho. Tiene el poder de un superhéroe, de esos que son capaces de manejar tu mente hasta que asumas que estás completamente perdido. Ni siquiera he sido consciente del momento en que firmé ese maldito consentimiento.

Cazzo...

Mi hermano me ayuda a colocarme el... paracaídas.

Sí, ¡Dios! ¡Llevo un puto paracaídas amarrado a la espalda! ¿Quién en su sano juicio disfruta tirándose de un trasto volador a miles de kilómetros de altura? ¿Para qué coño he venido hasta aquí? ¿Y por qué la sola idea de que mi hermano tenga a Taissa pegada a su pecho durante un salto en caída libre me provoca más vértigo que lanzarme yo mismo al vacío?

Cosas que jamás comprenderé.

Mi vida es una farsa.

Voy a morir...

—¿Estás bien? —pregunta Maurizio, notando que me tiemblan las manos y que no controlo la ansiedad.

—No.

Estalla en carcajadas y me estabiliza sacudiéndome por los hombros.

—Escúchame bien. No tienes por qué hacerlo si no estás seguro.

—Lo haré.

—¡Ole tus cojones!

—Cállate de una puta vez, ¿quieres? —farfullo apretando la mandíbula—. Me estás poniendo más nervioso.

—Eso sería prácticamente imposible.

Ruedo los ojos y me libero de su agarre, a la vez que las chicas se acercan ya vestidas y listas para subirse a la máquina del infierno. Esa avioneta me da a mí muy mala espina... parece de cartón y me temo que, a la mínima ráfaga de viento, caeremos todos en picado.

Tengo ganas de vomitar.

—Estás muy pálido —sentencia Martina y Taissa me observa preocupada.

—No es necesario que subas con nosotras...

—Sí, es necesario —asevero advirtiéndoles que, como me lo recuerden, saldré corriendo de este hangar sin dar explicaciones a nadie. Es ahora o nunca—. Ven conmigo.

Arrastro a Taissa hacia una zona apartada del resto, aquí podemos hablar con tranquilidad. Y pese a que su insistencia en que me animara a cometer esta locura me ha llevado a dar el paso, también me ha revelado una verdad grande como una casa.

Una Estrategia para ConquistarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora