CAPÍTULO 25

41 9 0
                                    

Me encuentro exhausta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me encuentro exhausta.

Acabamos de entrar en el apartamento siendo las seis de la tarde. Es jueves y llevamos todo el día trabajando a destajo.

—No puedo con mi vida —le confieso a Chad cuando me dejo caer en el sofá, me quito las manoletinas y levanto las piernas con el fin de relajarme un poco.

—Y yo, tengo la espalda y la vista fatal. Tantas horas con la tableta me han dejado con los ojos hechos un cristo. Voy a darme colirio antes que comiencen a arder.

Mi compañero desaparece del salón y aprovecho para trastear con el móvil. Tengo algunos mensajes de June, otros de mi madre y de Eileen que debo responder a la brevedad para dar señales de vida. No obstante, hay uno que llama mi atención. Es de Martina.

Tina: ¡Hola, Tais! ¿Qué tal tu día? El mío agotador. ¿Te apetece un café esta tarde? Avísame cuando te desocupes y quedamos.

En rigor de la verdad, me tumbaría en este mismo sofá durante toda la tarde y me hincharía a comer palomitas mientras miro alguna peli que me interese, pero lo que menos me apetece es quedarme encerrada aquí hasta mañana.

Salir a dar una vuelta con Martina me parece un buen plan, así que acepto su propuesta de buen grado, indicándole que la espero en una de las pastelerías que ya se ha ganado mi corazón y que queda solo a unos quinientos metros de nuestro piso.

—Chad, vuelvo más tarde, he quedado con Martina —le aviso cuando lo veo salir del baño.

—Diviértete, Tais. Yo me buscaré entretenimiento. —Alzo una ceja y él sonríe—. Tranquila, seré un niño bueno y obediente.

—Lo dudo mucho...

Sus risas me acompañan hasta que cojo el bolso y salgo a la calle con la intención de pasar una tarde agradable con mi amiga. Sí, se podría decir que ya la considero como tal y que me cae fenomenal, pese a ser consciente de que en pocos días ese lazo que nos une se cortará por lo más fino.

Intento no angustiarme por cosas que todavía no han pasado, y disfrutar del presente, de este día maravilloso de sol y nada caluroso en exceso, y de esta ciudad increíble a la que echaré muchísimo de menos.

Quince minutos más tarde estoy entrando en la pastelería. Pido una mesa cerca de la cristalera y un café bien cargado mientras espero a Martina, que aparece minutos después luciendo una hermosa sonrisa y su inconfundible estilo italiano: gafas de sol que cubren su rostro casi en su totalidad, su larga cabellera castaña al viento, pantalón de vestir pitillo, una blusa preciosa en tonos pastel y una chaqueta entallada haciendo juego. De su brazo cuelga un bolsito de D&G al que contemplo con adoración.

Ciao! —me saluda con entusiasmo y me pongo de pie para darle dos besos—. Perdona la tardanza, pero estaba saliendo de la tienda justo cuando me escribiste.

Una Estrategia para ConquistarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora