Capítulo Extra (1)

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Liam Sanders:

¿Si ven qué cuándo nos proponemos algo en la vida, con dedicación lo logramos? Una vez dije... O bueno, muchas veces lo dije. "Serás mi esposa" "Te haré mi esposa". Con ella desde un principio todo fue conexión y posesión, sentía que ya era mía cuando no lo era. Hoy en día eso que no era, ya lo es. Es mía, por siempre mía.

Hace 4 meses atrás le pedí ser mi esposa y aceptó, eso todos lo saben ya. Pero no lo que aconteció después. No se me asusten, no nos separamos ni mucho menos cancelamos nuestro matrimonio. Hablo de los hechos tan increíble que vivimos luego de eso.

Supongo que se estarán preguntando tantas cosas y sus mentes no les da para más. No nos hemos casado, solo somos unos comprometidos disfrutando de cada día.

—Tenemos que volver, cariño. Tenemos algo pendiente.— Sonrío. Alzo su mano para hacerle saber de que hablo.

—Si te digo que no me quiero casar, ¿Qué?

—Diría que te quieres quedar más tiempo. Te dije que viajaremos a donde desees luego de la boda, después de la luna de miel claro porque eso si es una sorpresa y no dejaré que escojas el país.— Sonríe sin mostrar los dientes.

—Es que amo Canadá, amo el frío, amo hacer muñecos de nieves o bolas y lanzarte las. Amo el tiempo que tenemos aquí, que es poco pero me atrapó de una manera impresionante.

—Amas lo diferente, las personas nuevas con otras lenguas. Amas lo divertido, que le podemos mentar hasta la madre y no nos entienden un coño.— Reímos.

Aquí en Canadá hablan el inglés algo que por naturaleza también entendemos y el francés, no lo entiendo mucho pero Carllie por su curso de idiomas sabe más que yo y lo traduce.

La abrazo por detrás y beso su mejilla. Estamos en un puente frente a un lago gigante y hermoso, agua cristalina y de fondo una cascada. Abrigados por el frío, lo único que queremos es calentarnos.

***

Ya llegó finalmente el día, ese cuando sabes que legalmente serán esposos, ese día las emociones te embargan y te inundas de ellas. Y pensar que hace años estuve así, alegre por un casamiento que resultó frágil y débil. Me había quedado una mala experiencia pero ella llegó para cambiar ese pensamiento erróneo que tenía sobre el matrimonio. Simplemente, tenía que ser ella.

Caminamos juntos tomados de las manos. Nuestras familias vienen detrás e igual que nuestros amigos, los más cercanos a nosotros. Las risas y sonrisas tienen la vibra de emoción.

Al llegar, entramos en la sala y nos recibe la que nos casará. Carllie me tiene agarrada la mano de una forma diferente, su nervio se le nota hasta en eso.

—Amor, tranquila.— La tranquilizo dándole un beso en la frente.

Nos sentamos y la jueza empieza a leer el acta matrimonial, preguntando si era por nuestra voluntad primeramente. Hasta que llega en ese párrafo...

—¿Liam Sanders, recibe usted a esta mujer para ser su esposa, para vivir juntos en sagrado matrimonio, para amarla, honrarla, consolarla y cuidarla, en salud y en enfermedad, guardándole fidelidad, durante el tiempo que duren sus vidas?

Todos esperan mi respuesta. Ella me ve sonriendo y muerde su labio.

—Sí, la recibo.

La señora repite la misma pregunta para ella.

—Sí, si quiero.

—Repita después de mí.— Me observa. 

—Yo Liam Sanders, te recibo a ti Carllie Ovens para ser mi esposa, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora