Extra (2)

464 40 7
                                    

Luna de miel:


Liam Sanders:

—No sé como te gusta más. Que sea dulce contigo o te deje sin caminar por tres días.— Ríe.

—Amo las dos cosas. Hay momentos donde es necesario que me beses el cuerpo entero y otras veces que vamos a lo que vamos. Depende de la ocasión.

Acaricia mi pelo mirando por la ventana la Torre Eiffel, desde nuestra cama se ve directo.

—¿Segura qué no quieres salir? Tengo mucho que enseñarte.

—Éste es el mejor plan después de llegar agotados. Nos quedaremos una semana aquí, creo que es suficiente para que me enseñes lo mucho que quieras enseñarme.

—Un trabalenguas ahí.— Reímos los dos juntos.

—Gracias.— Ya le iba preguntar, "¿Por qué?" Pero me conoce demasiado. —Por hacerme feliz. Liam, llegaste a desordenar mi mundo de una forma peculiar, todo lo hiciste distinto y aquí estoy, amándote.

—Mereces todo lo bonito. Y también te doy gracias por no irte y quedarte a mi lado. Eres la mujer de mis sueños sin duda.

Sonríe y me roba un beso.

—Nunca había salido de mis ciudades. Cuando fuimos a Canadá fue una sorpresa increíble, y ahora este viaje, que me encanta.

—Le daremos la vuelta al mundo juntos. Te llevaré a conocer hasta los pueblitos mágicos.

Sube encima de mí emocionada.

—¿Ahora somos una familia?

—Falta mi jardín con enanitos, pero sí, señora Sanders.

Un golpe cae en mi brazo izquierdo, me deja sin movimientos y quejándome.

—Eso te pasa por hablar de un jardín con enanitos.

—¡Pero quiero ser papá!

—¡Y yo mamá!— Piensa las palabras que dijo mientras yo disfruto lo que aceptó. —A su tiempo, tenemos que pasar más tiempo juntos.

Sonriendo le doy vuelta y queda debajo de mí. Comienzo a detallarla y dejo un beso en su nariz.

—Te amo.— Susurro en su oído.

Al separarme veo su cara de lujuria con los cachetes rosaditos. Hasta tierna se ve incluso cuando quiere que la haga mía aunque ya sea mía.

Voy directo a su cuello, beso con cuidado cada centímetro de su piel. He descubierto cuanto ama y le excita ser besada así, le gusta que bese su cuello. Su oreja también es besada por mí y mis suspiros caen todos en su cuello erizando su piel.

Puedo aceptar que ya la tengo dura, pero en esta ocasión a ella le gustaría que fuera dulce y así lo haré. Así que mi polla que espere.

Continúo explorando más su piel mientras ella da señal de que le gusta. El cuarto está a oscura pero la puedo ver. Dejo besos mojados en sus clavículas y bajo cuidadosamente hasta sus senos. Oh, había olvidado comentar que este era el tercer polvo y los que faltan toda la noche. Enreda sus dedos en mi cabello cuando chupo uno de los pezones mientras que con mi mano acaricio el otro.

Mientras los minutos pasan, yo cuido cada parte de su cuerpo. Le acaricio donde más le gusta, en donde más se moja hasta hacerla llegar al punto máximo. Disfruto de sus gemidos y de sus suspiros, más cuando dice mi nombre en jadeos.

_______________

4 meses después.

Carllie Ovens:

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora