Capítulo 49

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Carllie Ovens:

Después de salir de la empresa nos dirigimos al norte de la cuidad no muy lejos. Allí pude ver el mar y sabía que a él le encantaba así que iríamos directamente hacia allá.

Terminamos de llegar y estacionó en un lugar privado, ví algunos autos parecidos pero no creo que sea coincidencia, además hay muchísimos carros iguales, excepto las placas.

No presté atención y al bajar me tomó la mano. Caminamos por el muelle hasta llegar al yate que nos esperaba. En todo el camino no pude dejar de sonreír, la playa se ve tan cristalina, es hermosa.

El sol pega fuerte en mi piel descubierta pero la brisa fresca quita ese poco de calor que puede estar haciendo.

Sigue tomando mi mano y me ayuda a subir al yate. La parte trasera está decorado sutilmente, nada exagerado pero bonito.

—Espero te guste.

—Me encanta. ¿Quién manejará?— Pregunto desconcertada.

El yate se mueve arrancando haciéndome tambalear y justo Liam me agarra riendo.

—No te preocupes por eso. Caminamos hacia la parte delantera.— Asiento y me dirijo hacia allá.

Al ver el espacio tan bonito y romántico, abro la boca sorprendida. Es un almuerzo en pleno mar, solo nosotros y el detallismo de parte de él. Una sombra cubre los muebles y la mesa, dónde hay comida y mucha. Hay frutas, vino y cosas necesarias para tener un buen almuerzo.

Rio pensando en algo y comento:

—Amor, ¿Me estás diciendo lambucia o crees que estoy muy flaca?— Él sin pensarlo suelta la carcajada y me contagia.

—No quise que lo pretendientas de esa manera. Comerás lo que quieras y hasta donde quieras, es todo.

Me acerco rodeándole su cuello con mis brazos y le doy suaves besos en su boca y otros en sus mejillas.

—Está todo muy hermoso, tiene tu toque, siempre detallista.

—Mereces eso, ¿No? Alguien que te ame de verdad que haga esto y mucho más por ti.— Sonrío.

—Lo merezco, y lo tengo.— Sonríe besándome. —Te amo, cielo.

—Te amo, Cari.— Deja un beso en mi frente. —Ahora si, a comer.

—Hagámoslo.

Nos sentamos y comenzamos a disfrutar la comida. El yate se iba alejando más, entrando a mar adentro mientras nosotros reímos, nos besábamos, hablamos de todo un poco, llegó un momento que eran conversaciones sucias y muy caliente pero nos resistimos a tener sexo. Disfrutamos cada momento hasta que pasó la hora.

Cuando terminamos de comer alguien llegó a retirar y limpiar la mesa. Levanté y camine hacia una de las orillas agarrándome de las barandas.

—Se ve tan hermoso, ¿Cierto?

Su voz y sus manos llegan de repente haciéndome saltar de un susto. Ríe rodeando mi cintura con sus manos, puedo sentir su bulto y estoy segura que estoy roja como el tomate.

—Espectacular... No me lo has dicho, pero he notado que te encanta el mar, a dónde me lleves está el mar.— Ríe y deja un beso en mi cuello.

—Serías muy tonta si no lo notaras.— Sonrío y me giro.

Uno nuestro labios y nos soltamos al rato cuando mordió mi labio. No sé si fue el vino o la conversación que tuvimos pero quiero hacerlo.

—Cieloooo.

—¿Mmm?— No deja de sonreír.

—Hagamos el amor aquí.— Propongo viéndolo perversamente.

—Sabes que te complazco en todo, pero ahorita, no puedo.— Me pongo seria como cuando una niña no recibe lo que quiere.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora