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Duxo se preguntaba porque las cosas habían terminado así.
Aquino ya no le hablaba, no contestaba sus mensajes y ni siquiera lo miraba, haciéndolo preguntar ¿Qué había hecho mal?
Para su desgracia, Natalan también había comenzado a juntarse mas con él, confesando que también sentía un distanciamiento con Aquino, ya que el mudo había decidido juntarse con Soarinng y él seguía sin animarse a hablarle.
¿Por qué las cosas tenían que ser así?
A Duxo le costaba ver a Aquino de lejos, quería al menos volver a ser los amigos que eran antes.
Quería volver a intentarlo.
Quería estar a su lado de nuevo.
— ¿Por qué no aprendes lenguaje de señas? — le preguntó Natalan un día —. Así podrás acercarte de nuevo, de una forma distinta, incluso serán mas cercanos.
Duxo negó.
— ¿Alguna vez aprendiste un idioma, wbn? Tardas muchísimo tiempo, Nat, incluso años. No puedo dejar pasar tanto tiempo.
— No tienes que aprender todo el idioma, menso, sólo lo que quieras decirle.
Y Duxo pensó que Natalan era un genio.
Le preguntó a la señora LeStrange si podría ayudarle con su plan, y con vergüenza le explicó lo que había pasado, desde el beso hasta que Aquino comenzó a ignorarlo.
Lana no se negó, y confesó que había notado un cambio en Aquino en esos últimos días.
— ¿Por qué no me lo dijeron antes? — protestó la mujer, haciendo que el pelinegro se encogiera en la silla —. Lo dicen como si tuvieran miedo, como si estuviera mal, si ustedes se quieren tanto, ¿Qué importa?
Duxo se sentía regañado, pero a su vez agradecido.
— Duxo, nadie ha cuidado a mi niño tanto como tú. Y sí, puede que sea algo nuevo para mí esto de... las relaciones entre dos hombres, pero... le haces mucho bien a mi hijo.
Duxo sonrió.
— En parte, siempre lo supe, ¿Creen que los padres somos tan ciegos como para no ver esas cosas?
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