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Las cabañas estaban ordenadas según la importancia de quienes dormirían allí, el primer par era para los de la organización, el segundo par era para personas que necesitaban atención un poco más especial que los demás, e iban disminuyendo el nivel de prioridad, así que les pidieron avanzar hasta unas cabañas del fondo.

Los caminos pavimentados se hacían rampas en las entradas a las cabañas, y para subirla fue el único momento en que Soarinng pidió ayuda, aunque sólo aceptó cuando Aquino fue hacia él.

No habían visto a mucha gente venir mientras esperaban a la pareja, en total, no llegarían a las veinte personas, sin contar a un par que ya estaban allí y las personas de la organización, que no eran más de diez.

A Duxo le comenzó a gustar aún más el lugar con eso, sabiendo que había bastante paz, con tan poca gente, y un lugar tan bonito, comenzaba a sentirse cómodo.

Aunque lo único que estaba arruinando esa aura de paz que sentía, era la tensión que había entre Natalan y Soarinng.

El pelinegro le hablaba casi con miedo, pero amable, y el chico de la silla contestaba con la menor cantidad de palabras posibles, y siempre en un tono monótono.

Sintió a Aquino tocar su brazo, lo miró y el mudo le hizo unas señas.

"Nat y Soarinng" dijo, con sus manos.

Duxo asintió, no sabía como responderle, así que se acercó a su oído para susurrarle.

─ Averigua que le pasa a Soarinng, y yo me encargo de Natalan.

Aquino asintió.


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Love me, Mute □ DuxinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora