LXXVI

979 114 78
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Con Aquino abrazado a su cuello, el menor seguía sin poder dejar de llorar, ignoraba las palabras de Duxo que intentaban calmarlo junto con mimos en su espalda desnuda y sus cabellos.

— Amor...

A- mor... mor, mor mor... Am-mor...— Aquino balbuceaba palabras y sonidos que a veces eran repeticiones de lo que el azabache decía, como si estuviera practicando, pero el mayor sabía que su novio aún no podía creer lo que estaba pasando.

— Aquino — el azabache se separó un poco del abrazo, para limpiar las mejillas del castaño, que estaban empapadas en lágrimas, comenzaba a preocuparse de que iba a deshidratarse— Vamos a lavarnos, Aquino— dijo antes de cargarlo, con los brazos del otro rodeando su cuello y las piernas abrazando su cintura.

El baño de la habitación era amplio, con una ducha especial para Soarinng, y una silla de plástico donde el castaño se sentaba para no dañar la silla que usaba para transportarse; y que Duxo usó para sentar a Aquino, bañó el cuerpo de su contrario primero, sus sollozos se habían calmando pero seguía dejando fluir lágrimas.

— ¿Qué haces, Aquinito?— preguntó, ya que el menor seguía haciendo ruidos incoherentes, no sabía si es que estaba intentando hablar o teniendo un ataque de algo.

Mi.. Yo, mi voz— dijo, haciendo que el mayor sonriera, la voz del joven era bonita y dulce, y algo aguda y tierna, quizás si vieras su cara después notarías que no cuadraría con su voz; vio al castaño señalar en la unión de sus clavículas, justo debajo de su cuello—. De aquí, empieza a-quí.

— Sí, rey, te entiendo — dijo el mayor, mientras tomaba algo de shampoo para lavar su cabello—. Debes respirar entre palabras, Aquinin, te quedas sin aire y te pones muy rojito, ¿Sabes? No te olvides de respirar, te vas a desmayar.

El nombrado asintió e hizo unas señas con sus manos, Duxo las entendió porque eran bastante básicas, mientras el castaño aún murmuraba ruiditos interrumpidos cada tanto por una respiración nerviosa.

"No sé cómo".

— Es práctica, Aquino, no te preocupes, ya lo aprenderás— dijo el mayor, suponía que no debía ser fácil para él, que hace años que no decía ni un sonido, era difícil regular el aire entre palabras para quien no estuviera acostumbrado de toda la vida —. Quizás puedas empezar diciendo tres o cuatro palabras y luego respirar, en vez de cortar las palabras para respirar— le aconsejó, el castaño asintió, cerró sus ojos con fuerza cuando su pareja limpió la espuma del shampoo con agua—. Normalmente yo respiro entre oraciones, pero si son muy largas si respiro entre medio, como ahora... Pero ya vas a mejorar, no te preocupes.

Al terminar lo miró dedicándole una pequeña sonrisa.

— ¿Estás bien?

Aquino asintió, murmurando, no lo había dejado de hacer desde que habían terminado, Duxo debía admitir que era algo molesto pero no podía culparlo, así que no dijo nada el respecto, su novio estaba feliz y demasiado emocionado por encontrar su voz que no podía parar de murmurar, y si Aquino era feliz, él también.

— Me ducharé rápido y saldré ¿Quieres ir al cuarto y vestirte mientras?— ofreció, Aquino volvió a asentir, Duxo dejó un beso en su frente antes de que se levantara, saliendo del baño.

Cuando terminó de ducharse, se sorprendió al ver que Aquino, además de ya estar vestido, había ordenado toda la ropa que habían tirado y había sacado las sábanas manchadas, a Duxo le dio gracia porque ahora sí no había evidencia de lo que habían hecho, así ninguno de los otros dos podrían saberlo.

— ¿Estás bien, mi caballero?— volvió a preguntar Duxo luego de que terminó de ponerse ropa, a lo que Aquino volvió a asentir, tenía sus ojos sonrientes a pesar de que aún estaban sensibles por las lágrimas— ¿Quieres ir a decirle a los demás?— preguntó, refiriéndose a la ya no-mudez de Aquino.

Aquino asintió y sonrió emocionado, una pequeña risa surgió de sus labios y era hermosa, lo que hizo a Duxo retorcerse por dentro de lo lindo que sonaba su risa.

— Bien... ¿Cómo se los explicamos?

Al castaño se le borró su sonrisa y alzó sus cejas, en verdad, no tenía una respuesta que no le diera vergüenza.

— No te preocupes, Aquinin, después vemos, no pasa nada — Duxo dejó un beso sobre su mejilla al verlo tan confundido, para luego tomar su mano, juntos, salieron de la cabaña con intención de ir hacia el comedor, o a algún lugar donde hubiera gente y pudieran encontrar a sus amigos.

Quizás para su desgracia, la primera persona que encontraron fue a Natalan, quién se había quedado esperando a Soarinng en el comedor, mirando por la ventana hacia las cabañas, para que ambos chicos terminaran, y al verlos salir había ido corriendo hacia ellos.

— ¡Mierda, Duxo! ¿Eres un vampiro o qué, we? — habló, aún a unos metros de distancia, podía distinguir las marcas en el cuello de Aquino, sobresaliendo del cuello de su polera.

Parecía que iba a decir algo más, pero frunció el ceño al ver los ojos enrojecidos por el llanto de Aquino, y sólo le tomó unos segundos más en captar los murmullos que el castaño decía, bajitos y sin sentido, pero eran ruidos que Aquino nunca había hecho.

— No puede ser... ¡AQUINOO! — gritó con felicidad, abrazando al castaño, casi arrojándose sobre él, la risa del oji-miel lo hizo reír también— ¿Qué te pasó? ¿Puedes hablar? ¿Puedes decir Natalan? ¿Na-ta-lan?

Na-ta-lan

Aquino rio una risa dulce y linda, llena de felicidad que contagió a los demás.

— ¿Qué hicieron? — El guatemalteco pasaba su vista de Duxo a Aquino, sin poder creerlo — ¿Cómo-? ¿Qué?

Encon-tré mi voz— murmuró Aquino bajito, en palabras algo lentas y muy pensadas, sentía algo de vergüenza de hablar de una forma tan tonta, pero sus amigos estaban felices, y él también—. Ruido, hice un rui-do y... luego recor-dé cómo era... hablar — agregó, le costaba manejar el aire entre sus palabras y sonaba algo entrecortado, con un poco de esfuerzo y atención Natalan lo pudo entender perfectamente y lo esperó hasta que terminó de decir todo para volver a abrazarlo.

— Oh, Duxo no llores, pendejo — dijo el pelinegro cuando vio al azabache por sobre el hombro de Aquino.

— Tú también estás llorando, pendejo.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Y aprovecho para agradecerles por sus saludos, muchas gracias de verdad 🥲, fue muy bonito ver sus mensajes, ni irl me saludaron tanto JKAJKD, muchísimas gracias 💕💕💕🫶🫶

Love me, Mute □ DuxinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora