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Cuando llegaron, Luzu condujo directamente hacia el consultorio médico de la última vez, estando todo tal y como lo recordaban.
Lana bajó del auto para entrar al lugar directamente, dejando a los dos jóvenes descansando en el asiento trasero, y a su marido aún al volante, quien apagó el motor.
El doctor había dicho que los atendería en cuanto vinieran, y si estaba atendiendo a otra persona, terminaría con esa consulta y luego pasaría a ellos, pero no harían ninguna fila de espera.
Aquino se despertó perezosamente, viendo hacia afuera.
La sonrisa de Duxo lo distrajo, y sonrío un poco también.
─ Estás durmiendo mucho últimamente, Aquinin ─ comentó Duxo, revolviendo un poco sus cabellos castaños ─ ¿Duermes mal o algo?
Duxo creyó notar la mirada de Luzu por el espejo retrovisor, pero el hombre se movió rápido para asegurarse.
Aquino negó.
─ Cansado ─ dijo, simplemente.
Duxo notó el puchero en sus labios y el rubor de sus mejillas.
─ ¿Te duele la cabeza?
Aquino asintió.
Duxo acercó sus manos a su frente, sintiendo la temperatura, hizo una mueca.
─ Tienes fiebre ─ murmuró, Aquino pareció sentir más dolor con escuchar esas palabras, e hizo una mueca que hizo a Duxo correr su mano.
Un golpe en la ventana hizo que ambos voltearan, encontraron a la mujer haciendo señas para que se bajaran.
Aún adormilado, Aquino se sostuvo bastante de Duxo camino hacia el consultorio.
El pelinegro miró hacia atrás, viendo que la madre de Aquino ya no estaba a su lado, notando que estaba hablando un momento con su marido.
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