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Cómo la última vez, el doctor revisó la garganta, oídos, temperatura, pulso y presión de Aquino, mientras le hacía preguntas que el castaño respondía.


El doctor sonreía complacido, impresionado por su habla, un poco preocupado por la fiebre del chico, pero aún así bastante feliz.

Y de nuevo, al igual que la última vez, le dio una paleta que el joven guardó en su bolsillo, les dijo a los chicos que se fueran para así hablar con la madre de Aquino.

Duxo notó que Aquino volvió a ponerse del mismo modo que la última vez, con la mirada baja, e ignorando completamente.

El pelinegro no quiso decirle nada, hasta minutos después, aún esperando a la mujer, con ambos sentados en el auto, Aquino había empezado a llorar.

Preocupado, Duxo lo abrazó, acariciando su mejilla en un inútil intento por calmarlo.

─ ¿Qué pasa, cariño? ¿Por qué lloras? Dime, por favor...

El castaño señaló su cabeza, aún con el rostro posado en la mano del azabache, intentando calmar su llanto al escuchar lo preocupado que estaba su novio.

─ ¿Te duele mucho? ─ habló el pelinegro con suavidad, Aquino tardó un momento, hasta que asintió.

Lo acunó aún más sobre él, intentando recordar cuándo había sido la última vez que había tomado el medicamento.

Sin más nada para calmarlo, intentó reconfortarlo con su abrazo y sus besos sobre su cabeza.


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Love me, Mute □ DuxinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora