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Duxo acompañó a Aquino y a su madre al hospital, se quedó junto a su novio todo el día, y entre las vueltas que tuvieron que dar, comenzaba a atardecer cuando finalmente pudieron volver a casa.
Lana le ofreció a Duxo a llevarlo hasta su casa, pero Aquino se negó, pidiendo con señas que el chico se quedara con él mientras se acurrucaba más al oji-lila.
No podía decirle que no a su hijo, así que llamó a la madre de Duxo para decirle que se quedaría con ellos.
Por la noche, Aquino con su pijama más una muñequera azul que le recomendaron no quitarse salvo para bañarse, y Duxo con ropa cómoda, permanecieron un rato hablando, frente a frente, lo suficiente cerca para poder hablar en susurros y escucharse perfectamente. (Bueno, sólo Duxo hablaba en susurros, pero para ellos era una conversación baja.)
— Todavía no le he dicho a mis padres de lo nuestro — murmuró Duxo, con lo que a Aquino le brillaron los ojos, que lo hipnotizaron totalmente.
"¿Les dirás?"
— Estoy esperando el momento — dijo —. No quiero tener que reunirlos, sentarnos en la mesa del comedor y decirles que me gusta la pij... Osea, que me gusta un chico, que estoy enamorado de él y que corresponde mis sentimientos por lo que somos la mejor pareja del multiverso — Duxo sonrió, provocando a Aquino reír y sonreír también, sumado a que le habían parecido las más lindas palabras.
Aquino asintió, comprendiendo.
— Temo que no sean comprensivos, como tu familia — continuó el azabache, ya más serio—. O como Reen (Spreen), a él si le dije.
Aquino asintió, emocionado, pidiendo que continúe.
— Me pidió ser el padrino de bodas — el pelinegro rio un poco — Y de todos nuestros hijos.
Aquino rio, el corazón de Duxo explotó un poco de dulzura.
"Alamrd, ya tenemos una larga lista de padrinos y madrinas" escribió Aquino.
— Y sí, wbn, tendremos que tener muchos hijos para satisfacer a todos — Duxo sonrió de forma pícara.
La sonrisa de Aquino flaqueó un poco.
"¿Tú quieres tener hijos?" preguntó.
Duxo se encogió de hombros.
— No es algo que me muera por tener, pero me gustaría, algún día.
Aquino tardó un momento en reaccionar, mirándolo con algo que pareció pena, hasta que tomó su lapicero y escribió.
"Sabes que los hombres no pueden tener hijos entre sí, ¿no?"
Desde que lo conoció, el castaño siempre fue inseguro, no sabía el por qué, pero él permanecía a su lado para decirle todas sus certezas.
Aunque con frases como esas, Duxo se planteaba si Aquino dudaba de su relación.
Duxo se acercó un poco más a él.
— Siempre se puede adoptar, Aquinin. Además, como dije, no es algo que me muera por tener. Puedo ser feliz con o sin ellos, mientras te tenga puedo ser feliz incluso con nada.
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