XCIII

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─ ¡AQUINOOOO!

El castaño volteó al escuchar el grito de Duxo, su expresión seguía tan melancólica como esa misma mañana.

El pelinegro casi le hace caer por el sorpresivo abrazo, zarandeándolo mientras dejaba sonoros besos por todo su rostro y cuello, entre frases como "Te quiero", "Te amo", y "Mi caballero", hasta hacer reír a Aquino por lo molesto que estaba.

 ─ Duxo ─ murmuró el castaño, empujando al mencionado para que lo dejara respirar.

El susodicho se apartó, pero dejó sus brazos rodeando el cuello de Aquino.

─ Estás bien, Aquinin ─ murmuró el azabache, por más que sonreía sus ojos estaban brillantes de lágrimas, sin poder evitarlo, volvió a abrazarlo, escondiendo el rostro entre el hombro y cuello de su novio. ─ Estás bien ─ repitió.

Aquino sonrió, abrazó a Duxo con ganas, también escondiendo el rostro en el hombro de su amor.

─ ¿Feliz? ─ preguntó el castaño.

─ Si pudiera explotar de felicidad, sería un  creeper eléctrico ─ dijo Duxo, haciendo que Aquino lo mirara raro y luego ría.

Se separó del menor para mirarlo con toda la gratitud del mundo.

Acarició sus mejillas con suavidad, borrando unas lágrimas, para luego inclinarse sobre él, para besar sus labios con lentitud, perdiéndose ambos profundamente en sus sensaciones.

Ninguno pudo borrar su sonrisa, ni si quiera los cariñosos y lentos movimientos de sus labios.


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Love me, Mute □ DuxinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora