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— ¿Enserio tenías que decir eso de Nat y Soarinng? — Duxo estaba algo molesto.
Desde entonces Natalan no había dejado de molestarlo con que ya no podía ver a Soarinng a la cara sin entrar en pánico, y el chico de la silla no tenía más que dudas, y quería hablar con su amigo desde hace días.
Aquino sólo se encogió de hombros.
Estaban sentados en el patio del colegio, habían encontrado un poco de paz sin ninguno de sus dos amigos que los invadieran buscando algún consejo.
— Aquino — lo llamó el pelinegro haciendo que el menor lo mirara — ¿Por qué me besaste ese día?
El chico bajó la vista al pasto de nuevo, tardó en sacar su cuaderno y escribir.
"Lamento eso. No lo haré de nuevo"
— ¿Qué?
Aquino comenzó a guardar su cuaderno en su mochila, dispuesto a irse, pero Duxo lo frenó, tomándolo de su muñeca para no dejar que se vaya.
— Aquino, ¿En serio lo sientes? ¿Te arrepientes? ¿Por qué?
Aquino no se dignaba a mirarlo, escribió bruscamente.
"No fue nada. Me voy"
Y dando un tirón, liberándose de su agarre, se fue. Duxo quiso ir tras él, pero viendo que el chico había comenzado a apurar su paso, casi corriendo para alejarse, lo dejó ir.
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