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Al llegar a la cabaña, cerraron la puerta detrás de ellos, Aquino fue directamente a sus pertenencias, buscando el cuaderno mientras Duxo hablaba.
─ Me dijo que Soarinng está en un tratamiento para volver a caminar, pero que quiere dejarlo.
El castaño ojimiel asintió, pasó las páginas hasta que encontró la primera en blanco, escribiendo rápidamente.
"Me dijo que no están peleados"
Duxo hizo una mueca.
─ Creo que sí están algo peleados ─ dijo. ─ Nat dice que discutieron, porque él no quiere que deje el tratamiento.
"Soarinngdice que no es seguro que pueda volver a caminar"
─ Es un proceso largo... Pero debe creer en él para lograrlo, al igual que el tratamiento, esforzarse un poco y no abandonarlo... Sino, nunca tendrá resultados.
Aquino asintió, ambos quedaron en silencio por segundos.
─ Natalan dijo que hablaron fuerte acerca del tema... Que Soarinng terminó llorando y él lo dejo así.
El menor frunció el ceño con eso.
"Está mal wbn"
─ Sí, ya lo golpeé por eso ─ el de hebras oscuras suspiró. ─ Le dije que deben hablar bien, tranquilos, sin gritos... Es lo mejor.
Aquino asintió.
"Soarinng se siente mal por lo que pasó"
─ Ya lo creo ─ murmuró el más bajo.
El pelinegro caminó hacia su castaño, sentándose a su lado, sobre la cama donde el mudo dormía.
El oji-ámbar no tardó en acomodar su cabeza sobre la de Duxo, suspiró pesadamente.
─ Qué fácil la gente puede complicar el amor ─ murmuró el pelinegro, el contrario asintió.
El mudo buscó la mano de Duxo, tomándola y entrelazando sus dedos, ambos sonrieron.
─ Nunca complicaría nuestro amor, ¿Sabes?
Aquino asintió.
─ Me gusta estar contigo, Aquino, estoy tan enamorado de nuestra relación como lo estoy de ti.
El menor se ruborizó, escondió el rostro en su mano libre, separándose de la cabeza del azabache.
Este sonrió, le parecía adorable cuando él se ponía así, esperó a que el chico lo mirara, para tomar su mejilla con suavidad, uniendo sus labios en un lento y cariñoso beso.
─ Te amo ─ susurró, mirándolo a los ojos.
"Te amo" dijo en señas el otro chico, sonriendo tan ampliamente que sus ojos se escondían como líneas sobre sus mejillas.
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