Capítulo 40

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Daniela

Un mes después

La tarde la adornaba una lluvia desde hace tres días que no ha parado de llover, el cielo estaba gris y eso hacía que el ambiente se sintiera triste, en realidad no era culpa de la lluvia sino de la tristeza que había en mi interior.

—Mi niña, ven a comer por favor— decía Sole al otro lado de la puerta.

—No tengo hambre nana, déjame sola por favor— pedí con la voz entre cortada, mis lágrimas volvieron a bajar.

—Te vas a enfermar mi amor, por favor ven a comer, Julio Alberto te está esperando en el comedor— cerré los ojos.

—Ya voy—

—Bien— no podía desatender a mi hijo, él era la única razón por la que estaba en pie.

Bajé las escaleras y le sonreí a mi hijo.

—¿Quieres que coma contigo?— pregunté y él asintió.

—¿Estabas llorando otra vez?— cómo ocultarlo, he llorado durante todo este mes y mis ojos hinchados me delatan —No estés triste mami, mami Poché vendrá pronto— sonreí a medias ¿Cómo le digo a nuestro hijo que su mami Poché probablememte esté muerta?

—Comamos sí— dije haciendo esfuerzo.

Desde mi cumpleaños ha pasado un mes, un mes donde estoy muerta en vida. Decidí mentirle a Julio Alberto pues aún me niego a aceptar que Poché no volverá.

Flashback

Llegamos a la cena en el hipódromo, todo se veía muy elegante para mi gusto.

—Que bueno que llegaron— saludó Rafael estando ya adentro —Juan Carlos  y Germán me hablaron de un cliente muy importante así que ya lo saludé y las espera a ustedes por ser las dueñas—

—Parece que no pierdes el tiempo— comentó mi esposa.

—Claro que no, sabes que no me gusta hacerlo— respondió él, sabía para donde iba esta conversación así que tomé la cintura de Poché.

—Vamos por un trago primero amor— ella asintió y nos alejamos de Rafael.

—No lo soporto— dijo dándole un trago a su bebida.

—Tranquila mi amor—

—Señoras Garzón— el dueño del hipódromo nos saludó —Me alegra que aceptaran mi invitación—

—Al contrario, nosotras felices de que nos hayas invitado— respondió ella y alcé una ceja.

—Bueno, que disfruten de la fiesta entonces, permiso iré a saludar a los demás—

—Tranquilo, adelante— se fue y le sonreí divertida.

—¿Así que te alegra haber venido?— la molesté y ella rodó los ojos.

—Sabes que no, gracias a su dichosa fiestecita estoy aquí y no haciéndote el amor como quería— me reí.

—No te puedes quejar de lo que pasó hace unas horas—

—No, pero me hubiese gustado dsrte mas orgasmos—

—¿Más? Tuvimos como diez orgasmos en esas horas—

—Pero te quería llenar más— le pegué en el hombro.

—Deja de decir esas cosas— se rió.

—Sólo espero que esto termine pronto— comentó.

La presentación de los caballos pasó de lo mas normal y debo admitir que me gustó mucho. Después fue la cena y hasta este punto no hemos conocido al dichoso cliente importante. Mi papá y Juanca no nos dijeron el nombre,  ni siquiera tengo idea de cómo Rafael lo encontró.

Amor y OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora