Epílogo

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El mar está en silencio, sus aguas parecen pacíficas al dejar pasar los rayos de sol, pigmentando su oscuro azul más claro. La luz que intenta sujetarlo, el ruido fuera del agua lo llama insistente.

"Giyuu"

"Giyuu"

Sus ojos intentan volver a la vida, aferrándose con sus fuerzas a ver antes de que la luz fuera arrebatada de sus ojos. La humedad que cae a su rostro, las lagrimas que se deslizan por su mejilla y el no puede consolar ese llanto, solo puede luchar contra la maldición.

Vivió los últimos cuatro años feliz, en paz junto a los cachorros que pudo dar a luz. La victoria que había obtenido le había arrebatado la vida, acortando su vida, maltratando su cuerpo al máximo. Quiere llorar también, pero su cuerpo deja de responder a las limitadas reacciones que tiene, no obtiene paz al perder la lucha contra la oscuridad inminente del mar.

No puede dejar que el oscuro y desconocido océano se lo lleve, quiere sentir ese viento de nuevo. El viento que resopló en su corazón varias veces, lo hizo sentir vivo. Le dolía no poder pasar más tiempo a su lado, no poder tener más minutos, horas, días o años.

Alzó su mano, sujetando la mano de su alfa, presionando sin nada de fuerza la piel, pronto se iría y no sabe a dónde pero podrá irse con el alivio de que sus cachorros estarán bien y que volverá a encontrarse con su destino en la otra vida.

"Giyuu, respóndeme... No me hagas esto... No quiero que me dejes"

Con su último respiró, susurro delicadamente en su oído, intentando mantener una sonrisa hasta que su cuerpo falleciera.

Se dejó arrastrar por el mar, se dejó hundir en la muerte. Recordando que en otra vida, en otra vida los Dioses le darán otra oportunidad.

 Recordando que en otra vida, en otra vida los Dioses le darán otra oportunidad

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—Giyuu, despierta. Dormir en el trabajo no es nada extravagante —jalo del flequillo negro del omega. Se había quedado dormido sobre su escritorio.

—Dejame en paz —golpeo la mano para que lo soltase, quería volver a dormir sin que nadie más lo molestara.

—Giyuu, son las 6pm, es hora de irnos a casa, tu hermana debe estar muy preocupada por ti —cargo la pequeña maleta del morocho, colgando la de su hombro, mientras Giyuu se levantaba con cuidado.

—Disculpa, estoy teniendo una pesadilla frecuente que no me deja descansar bien — caminaron hasta fuera de la sala de profesores, sujetándose de la camisa del más alto para no chocar con ninguna pared.

—¿Quieres contarme? —arreglo el cabello desordenado, sujetando los hombros del más bajo en un abrazo, dejando que este apoye su somnoliento cuerpo.

—Siempre es lo mismo, sueño que vivo en una finca, con un hombre de cabello blanco y dos cachorros, ja, hasta llevo el cabello corto —toco su coleta, no imaginándose tenerlo corto. Siempre tenía el mismo sueño, un alfa y dos cachorros, el concepto era repetitivo y cliché, pero los sentimientos que sentía al tenerlos, eran monstruosos, sentia plenitud y alegría.

Viento FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora