33- ➵ Let the light in

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Comenten, o tienen una maldición de San Valentín 😡🔫

[Ojalá le entiendan a todas las referencias que puse 😭]

33

Let the light in

— EMILY—
— BROWNBEAR —

—¡Apple! —lloriqueé su nombre como la más patética.

Tenía mis rodillas y codos hundidos en el colchón. Su mano tomándome del cabello en un puño, mientras la otra azotaba mi culo. Sentía como por mis muslos escurría el lubricante y mis propios jugos. Y, por si fuera poco, sentí un adormecimiento cadera casi completo de mi cadera.

Jamás se me hubiera pasado por la cabeza que a Apple se le ocurriría tan pintoresca manera de coger. Esto me quedaba más a mí; a mí que me encantan las mujeres mayores, un poquito de cuerdas y eso de llevar el cuerpo al límite; no a Apple, la chica "quiero hacerte el amor" ahora es un "ábrete y recibeme". Y por más bizarro que a mí me parezca, amo esas dos versiones.

Las amo a ambas, tanto como la que besa mi sombra y el suelo por el que camino, como la que quiere dejarme el útero demolido. Bienvenido a doctops.

Sí. Estoy pensando estupideces por qué lleva horas golpeando fuerte zonas muy sensibles.

Tomaba su cadera con la pocas energías que le quedaban a mis manos, no podía sostenerla bien para que bajara el ritmo de la penetraciones. Estaba rendida, rendida por una niña que me cogía como un animal. Y yo chillaba, chillaba como una puta gata en celo.

Odio eso.

Ya había estado en algunas situaciones donde me decían "Coges como estrella porno", pero jamás me había cogido como estrella porno. Esta vez, más que un halago, era una tortura. Una muy buena.

La mano que sostenía mi cabello se dirigió hasta mi cuello. Apretó con la suficiente fuerza, para elevarme un poco más. Esa mano que se cerraba al rededor de mi cuello cortaba el flujo natural de aire, tanto que empecé a sentir que lo perdía. Sus pechos rebotaban en mi espalda cada vez que balanceaba sus caderas, enterraba sus dientes en mi omóplato como si fuera la carne más tierna que hubiera probado. Mientras qué, la mano que antes reposaba en mi cadera urgaba entre mis pligues buscando mi clítoris.

Su tacto insolentaba cada vez más a mi cuerpo, tratando de llevarlo al límite. Y lo estaba logrando, no podía ni siquiera hablar, por qué los gemidos se ahogaban en mi garganta, el único ruido que se determinaba era el chapoteo obseno del dildo de Silicona entrando una y otra vez, en diferentes velocidades y profundidades. Mis ojos lagrimeban, mis rodillas se rendían. Lo único que me mantenía "en pie" era la almohada abajo de mí y la mano de Apple sobre mi cuello.

—¿Cómo vas, Emilia? —rozo la punta de su nariz con la parte trasera de mis orejas—. Joder, no entiendo como no se me ocurrió darte en cuatro antes.

Un golpe profundo dentro de mí provino de ella, robándome un jadeo espontáneo y un chillido reprimido desde muy de mis adentro.

—Maldita sea, Avery —Caí rendida al colchón, pero con las caderas levantadas para ella—. Te pones como puto animal.

—Oh, perdón Amorcito —con ese dulce tono de voz, se acercó a mi mejilla. Pero, algo en sus ojos se miraba malévolo—. Sabes que no soy buena en eso de "Hacer el amor", lo sabes mejor que yo.

La forma ácida de su última oración me advirtió que sus embestidas iban a ser aún más intensas que las anteriores. Ya no tenía idioma, lo más cercano a una palabra era la hilera de "ah", que salían de mi garganta con cada golpe. Supe, en el liguero dolor que me estaba provocando que todo esto era una venganza. Tomo mis mejillas y las apretó provocando que abriera la boca y escupiera una gota gorda de su saliva a mí garganta. Poniéndome todavía más exitada.

¿Quien se queda con el oso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora