29- Champagne Problems

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¡Rápido! Comenten o está historia acabará muy pero muy mal 💣 ('̀-'́)

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— A P P L E —
— A V E R Y —

Los ojos de Emily reflejaban el fulgor de las estrellas. Ese mar verdoso e insondable, me tenía completamente hipnotizada. Me sentía capaz de contar todas y cada una de sus pestañas, llevar una cuenta de las pequeñas pecas en sus mejillas. Esta chica de volátil temperamento, sonrisa engreída, con su estúpida risa y su cálido cuerpo, me tienen completamente enamorada.

Emily es para mí, lo que es Roma para la humanidad. Una completa carta a todo aquello que es perfecto.

Por qué en cuerpo y alma, esta mujer había logrado invadirme. Invadir mis pensamientos, invadir mis latidos, invadir el aire que respiro. Dios, Emily es el amor de mi vida. Y, no lo estoy diciendo por qué estoy ebria y sus brazos me están dando el amor que yo nunca conocí, lo digo por qué es una completa realidad.

Por un largo tiempo, pensé que nunca conocería el amor. Pensaba que solo si les daba mi cuerpo me amarían. Me sexualizaba, tomando la atención de los demás y creyendo que el deseo era amor. Sintiendo esto que Emily me da, ahora sé que el amor es color oro, no más.

—Manzanita. —la escuché llamarme.

—A... —iba a decirle amor—. ¿Qué pasa, Em?

—Voy a la cocina —se despegó de mí, y se levantó de la tumbona—. Tengo hambre.

—Okey.

Vi su figura de larga piernas, con ese traje de baño negro más el Crewneck de Italia que le cubría del frío, alejarse y cruzar por las puertas de vidrio hacia la cocina. A pesar de que es verano, se puede sentir el aire frío aquí afuera. Yo solo traía una camiseta de folklore que hacía el intento de darme calor. Me acosté en la tumbona y mire un rato las estrellas, la verdad es que estaba algo mareada, por qué normalmente las estrellas no ven a esa velocidad, así que, cerré los ojos.

Sentí un dedo pincharme la pierna. Era Emily, con dos tazas vacías, una botella de vino y en la boca una rebanada de pizza. Y su sonrisa boba, claro.

—Toma esto, —me entrego todo—. Ya vuelvo.

Me dejó las cosas y desapareció por donde apareció. Tiempo después, apareció nuevamente, está vez, traía rodado la mesa donde estaba el tocadiscos. Emily abrió las puertas de la mesa, busco algo y termino sacando un sobre cuadrado azul.

—Al menos este tipo tenía buena música. —La escuché murmurar frente al tocadiscos.

Conectó el aparato por uno de los enchufes de afuera, saco el disco del sobre, lo puso sobre esa cosa y la música empezó a sonar en el ambiente. Emily volvió a mí, me quito el vino y empezó a destaparlo con un saca corchos. Lo llevo a su nariz y luego inspeccionó la botella.

¿Quien se queda con el oso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora