Emily Brownbear es la menor de sus dos hermanos, y la menor de la segunda generación de Brownbear's. Bisexual y abiertamente Géminis. Casi invisible ante el ojo público, casi un trofeo ante los negocios de su familia.
Su vida parece estar completame...
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⟦09⟧
➵ La seduzco (Good ending)
—EMILY— —BROWNBEAR–
Después de unos segundos termino aceptado, Apple acabó aceptando la cena. Yo más que nadie me puse feliz de que lo hiciera. Ella me atrae mucho. Es totalmente mi tipo. Si no pude con Jacob, quizás pueda con ella. Y no es como que la esté tomando de segunda opción. En realidad, me gustan los dos.
Gire unas cuántas calles, en busca de la ruta para la cafetería. Pensé en un restaurante elegante y eso, pero recordé de hoy cerrarían temprano y es un lugar más privado. Apple movía una de sus piernas al ritmo de una canción de Queen.
Ya todos sabemos cuál.
Llegamos y ella salió del auto dando algunos brinquitos. Se me hizo tan adorable que inconscientemente sonreí.
—Está cerrado. —Dijo, viendo que, en efecto, el local estaba cerrado.
—Vienes con la dueña, que esté cerrado no está entre tus problemas.
Abrí la puerta con mis llaves. Desactivé la alarma, caminé hasta la cocina y prendí las luces de la cocina para que nos ayudarán a ver y que las otras personas no pensaran que estábamos atendiendo.
—¿Tú vas a cocinar? —La pregunta se tiño de sorpresa.
La mire de mal modo, sonrió un poco avergonzada y jugó con unos utensilios de cocina para disimular.
—Me ofende de que te sorprendas.
—Perdón. En mi defensa no pareces de las personas que cocinan.
Resople, saque un satén y lo deje sobre la cocina.
—Pues, para tú información puedo hacerte lo que quieras.
Ella seguía tonteando con algunos cuchillos y algunas cucharas.
—Eso me lo imagino, pero ¿Qué cocinas? —Le tomo algunos momentos escuchar lo que dijo.
Las mejillas se le pusieron al rojo vivo. Tosió para disimular su vergüenza que el comentario le produjo.
—Ya que lo tomaste así —Pase cerca de su oreja—, puedo cocinarte y hacerte lo que quieras.
—Viene a cenar, no a ser cenada.
Apuntó una de las islas, exactamente la que estaba al lado de la cocina, para sentarse. Yo le dije con la cabeza que podía. La falda del vestido se le subió a la mitad de los muslos, dejando a plena vista la textura suave de los mismos.
