34- Emily Fucking Brownbear

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Comenten por qué Apple esta triste, y la puedo poner peor 😈

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4➵ Emily Fucking Brownbear

— EMILY—
2BROWNBEAR —

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Mi día comenzo con las piernas de Apple enredándose con las mías, sus brazos rodeándome la cintura y su corazón latiendo sobre mi espalda. Estaba muy cómoda entre sus brazos, en el olor de mi perfume en su piel, que me queje en el momento que tuve tanta hambre que no pude volver a dormir.

Quería quedarme ahí, en el punto exacto donde yo no podía hacerle daño a ella, dónde ambas estábamos tan tranquilas que nada fuera de nuestra burbuja nada podía dañarnos. Ni siquiera yo.

El sentarme en la cama fue una odisea. Me dolía la espalda y la cadera, lo peor era la leve fricción que sentía en medio de mis piernas cada que caminaba. Me reí de mi misma al sentir que caminaba como Bambi.

Realmente no podía ser más patética.

Fui al baño ha hacer mi rutina, para luego salir e ir a la cocina a hacer el desayuno. Pensé en algo que fuera pesado, total era medio día y prácticamente estábamos por almorzar. Pero, primero lo primero, llame a Armond para contarle mi noche. Luego de dos repiques, el moreno contesto.

—Adivina a quien le dieron la cogida de su vida —saludé.

—Desgraciadamente a mí no. —contestó.

Me reí del tono de voz decaído de Armond. Puse a saltear carne de res, unos brócolis, champiñones, pimientos, junto con una salsa de soya.

—Pobre alma en desgracia. —me burle.

—Bien, dímelo, ¿Quién fue el bárbaro espartano que te cogió anoche?

Voy a ser la burla de Armond toda la vida, pero no es algo que yo le vaya a ocultar y menos así de grande. Quizás, incluso, estaba dispuesta a reírme de mi misma.

—Fue Apple.

Silencio.

—¿Apple? ¿Apple Avery? ¡¿LA MANZANITA?! —el tono de voz de Armond cambio por completo.

—Sí, la misma. —la vergüenza hizo que los colores se me subieran a las mejillas, otra vez.

Seguí revolviendo la carne y verduras, mientras esperaba que mi mejor amigo reaccionara.

—¿Y eso como pasó? Emilia Margarita, explicaté.

Recordé un poco de todo. Apple destapando su bata, sus besos atrevidos, mi reflejo sometido por la rubia, sus palabras sucias, sus embestidas. El bochorno de ese momento en el que seguía entrando en mí, una y otra vez, las veces que a ella se le vino en gana.

—Tierra llamando a Emily —la voz de Armond me saco de mis recuerdos—. Ay, parece que te dejaron traumada.

—Es qué, sabes que me da vergüenza. —Me pague un manotazo a la cara—. Me folló tan bien, que casi le digo te amo.

¿Quien se queda con el oso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora