CAPÍTULO 26

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Gritó con frustración, pataleando al ver que el jeans que se compró hace unos días no le quedaba, había bajado mucho de peso, era espantoso verse al espejo y ver cómo todos los días su cuerpo cambiaba conforme las semanas seguían pasando sin parar, era impresionante como en un abrir y cerrar de ojos ya había transcurrido un mes, un mes llenos de cambios de humor, estres, hormonas alborotadas  entre otras cosas más; había sufrido de todo un poquito en tan solo tres meses.

Septiembre parecía pintar un buen mes –aunque faltaran dos semanas para que acabara– el cumpleaños número veinticinco de JungKook se aplazó al igual que el de NamJoon, habían decidido celebrarlo en Gangneung a mitad de mes cuando ambos estuvieran menos ocupados con sus trabajos.

Una celebración privada y familiar donde no estuvo el señor Jae-sang; JungKook excluyó a su padre por el comportamiento que tuvo hace unos días donde le volvió a reclamar sobre los trabajos que hacían por debajo, recordandole de forma despectiva que ellos solo eran sus siervos, unos esclavos que trabajaban para la familia y para él.

Era una mierda, sin duda Jae-sang se merecía lo peor y JiMin sería quién destruya su vida.

Las cosas quizás no habían resultado como quiso luego de la fiesta, pero hoy se iba a definir todo. La reunión que tanto había esperado se estaba llevando a cabo en la casa del mafioso Jeon Jae-sang, donde todos los miembros de la familia estaban reunidos, excepto JungKook, quién no estaba unido a esa banda de criminales pero que si trabaja para Yoongi y le incubria sus crímenes dejando su expediente libre.

Sonrió tomando un largo y profundo suspiro, optando por ponerse unos pantalones chándal negros y una sudadera del mismo color.

— Joven, su cuñado y su mejor amigo se encuentran en el living— avisó ingresando a la habitación, no sin antes tocar la puerta y esperar el pase.

— Gracias, Margaret — sonrió acomodando sus cabellos, saliendo de la habitación, días atrás habían decido dormir en la habitación del primer piso dado de que en la principal se escuchaba el ruido de la ciudad y era molesto — por cierto ¿Ari ha llamado?

Cuestionó dándole una rápida mirada a la empleada, su hermana por fin se había dejado con su marido y ahora estaba rehaciendo su vida en Seul, en un departamento que Yoongi le regaló con todas las comididades tanto para ella como para los niños. No había sido fácil para ella salir de ahí, después de todo, sus hijos era pequeños y le daba temor dejarle algún trauma por la separación.

Era chistoso, podía recordar como días atrás le pidió con vergüenza que le creara una cuenta para transmitir desde casa, Ari no había terminado sus estudios y sería complicado conseguirle un trabajo sabiendo que ni siquiera terminó la secundaria. No se negó, ser modelo daba de que vivir, se podia dar miles de gustos que él en su comienzo obviamente no se dió por todas las deudas que tenía encima, sin contar que no le iba tan bien.

— No. — respondió, haciendo una avenida con su cabeza para abandonar la sala.

— ¿Y eso que están aquí? No los esperaba — habló sentándose junto a Taehyung.

— Yo necesito un enorme favor tuyo — JungKook se adelantó a hablar, poniéndose de pie — ¿Puedes cuidarme a Hanni? Tengo trabajo y mi mamá está ocupada y yo no me llevo muy bien con los padres de Nam como para dejársela.

— ¿Y Soobin? — preguntó, escuchando la voz chillona e infantil provenir de la cocina. Miró a JungKook, como le gustaba como se vestía, ese croptop de mallas dejaba mucho a la imaginación — sabes que si, me gusta estar con Hanni.

— Soobin está en la escuela, sale en la tarde, NamJoon pasará a buscarlo al igual que a  Hanni. — recogió sus cosas, dejándole un bolso en la mesa con las cosas de su hija. — portate bien, mi amor, hazle caso a tu tío, papá viene a buscarte con tu hermanito dentro de unas horas — se despidió besando su frente — adiós y gracias, JiMin. Adiós Tata.

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