CAPÍTULO 7

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Lujos.

Eso era lo que veía JiMin sin importar en dónde pusiera su mirada, todo a su alrededor era lujoso, hasta el aire que transpiraba se sentía diferente, no había ni una sola cosa que no sea fina en el departamento.

Echó un vistazo por segunda vez en lo que llevaba esperando por Agust, el departamento era espacioso, los muebles, comedor, cortinas e incluso el techo eran de color blanco, las luces eran cálidas, dándole ese ambiente hogareño. Por los grandes ventanales podía observar todo Seul, las luces que iluminaban la ciudad, desde esa distancia era simplemente fantástico de ver, una de las vistas más maravillosas que había visto.

Pasó saliva, los nervios lo estaban matando, y su garganta estaba seca a pesar de que se ha tomado casi dos botellas de agua. Giró su cabeza hacia Lee Hoseok, el hombre estaba detrás de él, teniendo siempre esa pose recta, su cabeza en alto, pero nunca viéndolo a los ojos, sus manos hacia atrás y con sus cinco sentidos activados.

—Dame agua, por favor — pidió apenado, agarrando fuertemente las tiras de su bolso. Estaba parado en medio de la sala, había decido no sentarse hasta que Agust estuviera con él.

—Acaba de tomar agua hace dos minutos, jóven Ji...

— ¿Y qué pasa? Tengo sed — lo interrumpió girandose por completo para verlo fijamente con una ceja arrugada y la otra levantada —, si te pido agua diez veces, diez veces me la das ¿O esa no fue la orden que te dió tu jefe?

— ¿Desde cuándo las órdenes que te dan tus superiores te las pasas por el culo, Lee?

JiMin se volteó al escuchar una tercera voz en la sala, relamió sus labios viendo a otro hombre frente suyo, luciendo muy diferente a los guardias que lo trajeron, era extranjero, su cabello era claro al igual que sus ojos que eran de color azul, vestía un traje de tres piezas negro y una camisa blanca por debajo, acompañada de una corbata. El hombre lo miró e inclinó su cabeza haciendo sentir extraño a JiMin.

— Jóven JiMin — saludó con media sonrisa, JiMin se la devolvió sintiéndose ansioso por como lo trataban. — Tráele lo que te pidió, todo lo que te pida JiMin es una orden que tienes que cumplir sin renegar ¿Estamos claro?

— Si señor Louis.

— Perdona la tardanza, mi chico bonito, estaba arreglando un pequeño problemita — Agust habló, Louis se hizo aun lado, dejándole el camino libre. — ¿Pasó algo?

— No — contestó JiMin poniendo sus manos en su cadera, su rostro se relajó y una sonrisa adornó su rostro al ver a Agust a solo unos cuantos pasos de él. En persona era mucho más bonito. — Hola, Agust.

Yoongi miró al chico y no pudo evitar sonreír, él se había enamorado de JiMin la primera vez que lo vió, era bonito, el tipo de chico que una vez soñó cuando era niño.

Movió su cabeza viendo a su amigo, Louis sonrió dándole una afirmación, ordenandole a los guardias que abandonaran la suite.

— Ven aquí — Yoongi sonrió abriendo sus brazos, caminando despacio hacia donde estaba JiMin. —Tengo solo media hora para tí, bonito.

JiMin tragó duro, sintiendo los latidos de su corazón descontrolados y los nervios a flor de piel. Caminó sin quitar la mirada de Yoongi, viendolo directamente a los ojos, sintiendo al instante una corriente eléctrica en su espina dorsal, esos ojos negros lo veían con tanta intensidad que era hipnotizante, como una droga que no podía dejar por lo adictivo que era.

Dejó su bolso en el sofá cuando la distancia poco a poco fue cortada con cada paso que ambos daban. Jimin levantó la mirada, estaban tan pegados que el espacio personal no existía, Agustd era dos centímetros más alto que él, tenerlo cerca solo confirmó que la perfección si existía.

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