Capítulo 6

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—Está cómoda la cama.

—¿Cuántos días dijiste que te quedarías?—me crucé de brazos.

—Unos días.

—Y ¿por qué te tienes que quedar aquí conmigo?— me senté a su lado en la cama.

—Astrid, los hoteles son muy caros, aparte pediste una habitación para ti sola, puedes compartirla conmigo unos días.

Bufé y le di un empujón de la cama.

—Exacto, si pedí una habitación para mí sola, es porque quiero estar sola.

Tocaron la puerta y se me entrecortó la respiración. ¿No puede ser, qué hora es? Miré mi móvil y eran las 6 todavía. Brant fue a abrir la puerta.

—¡Sorpresa!— La sonrisa de Lynn se esfumó al ver a mi hermano—Vengo a ver a Astrid.

—Claro, ahí está —me señaló — a ver si se le quita el berrinche.

Lynn pasó por el lado de mi hermano y se dirigió hacia mí.

—Astrid, ¿qué significa esto? — preguntó en voz baja.

Y con esto se refería a mi hermano.

—Ven, déjame explicarte —la tomé del brazo y la llevé al baño.

—Ey, ¿a dónde van?

— ¿Qué te importa? —le saqué la lengua y cerré la puerta detrás de mí — Ok, te haré un resumen rápido. Mi hermano se quedará aquí conmigo por unos días, es el tipo de hermano sobreprotector y de niño practicaba boxeo, lo que significa que si ve a Niclas posiblemente salga con unos huesos rotos —al fin pude respirar.

—Así que se quedará aquí unos días — asentí con la cabeza — lo que quiere decir que no podrás salir con tu chico.

—Ahora es cuando te das cuenta.

—Déjamelo a mí.

Abrió la puerta y Brant estaba recostado en la cabecera de la cama comiéndose unos chocolates que tenía guardados. Le entrecerré los ojos al verlo así. Lynn se sentó a su lado y empezó a coquetearle descaradamente.

—Oye, bonito — ni se inmutó al mirarla, era tan pesado a veces — ¡PODRÍAS ATENDERME! —Lynn perdió la paciencia, no era el tipo de chica acostumbrada a ser ignorada.

Brant dio un respingo a su lado y Lynn empezó a jugar con su cabello.

—¿Quieres ir conmigo a algún lugar?

—¿A dónde? — le preguntó con indiferencia.

—A una fiesta — él no la miró ni dijo nada, estaba concentrado en el partido de fútbol que había puesto en la televisión. Así que fui y se la apagué.

—¡Ey!.

—Ey tú, no le grites y escúchame, es una fiesta y habrá muchas chicas universitarias.

—Hermanito, ¿a qué hora es tu reunión mañana?

—A las 4 de la tarde.

—Genial, puedes ir a la fiesta y así te olvidas de tu ex.

—No sería mala idea— sugirió Lynn—
Entonces nos vamos— dijo Lynn.

Mi hermano la miró un momento antes de levantarse de la cama.

—Vamos, rubia—añadió.

Se dirigieron hacia la puerta y yo los acompañé para cerrarla.

Cerré la puerta y comencé a prepararme. A las ocho y media ya estaban tocando a mi puerta. Fui a abrir, pero antes me di un repaso en el espejo. Llevaba puesto un vestido de flores que me quedaba por encima de las rodillas, me puse unas sandalias, el pelo me caía a los lados en ondas, me pinté los labios con un labial rosa y caminé hacia la puerta.

HASTA QUE NO QUEDEN CONSTELACIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora