Capítulo 18

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Desperté cuando sentí la puerta de entrada cerrarse. Supuse que mi nueva y desordenada compañera de piso había llegado, y eso no era lo peor. ¿Y si no nos llevábamos bien? Nunca fui buena para socializar con personas nuevas.

No tenía intención de levantarme para darle la bienvenida, porque seamos sinceros, prefería seguir compartiendo mi espacio conmigo misma, y no quería ser tan hipócrita como para fingir que me alegraba tenerla aquí.

Me removí un poco en la cama tratando de volver a dormir, pero escuché pasos en el pasillo. Miré el reloj y eran las diez y media.

Vale, tampoco era tan mal educada como para no saludarla al menos. Me levanté de la cama y arrastré los pies hasta la puerta de la habitación sin siquiera mirar mi aspecto en el espejo.

Abrí la puerta y salí. El pasillo estaba sumido en completa oscuridad. ¿Cuánto tiempo había dormido? Ni siquiera recordaba la hora en la que había llegado aquí.

El televisor estaba encendido, así que supuse que mi nueva compañera de piso estaba viendo algún programa o se había ido a dormir dejándolo encendido.

Caminé hacia la sala y me detuve en seco al ver quién era mi nueva compañera de piso. Tenía el cabello recogido en un desordenado moño y andaba en pijama. Jamás pensé verla con ese aspecto. Además, se estaba comiendo el helado de chocolate que había dejado en la nevera. En serio, estaba buscando ser asesinada.

—¿Qué haces aquí?

—Vaya, pensé que me recibirías de otra forma —contestó llevándose una cucharada de helado a la boca y fijando su vista en el televisor.

Caminé hacia ella y me posicioné delante de ella con los brazos cruzados.

—¿Qué? —levantó la vista hacia mí.

—¿A qué estás jugando, Ivy? —enfatice aún más su nombre.

—No juego a nada.

—Finges besar a Niclas, vienes aquí y... —hice una pausa dramática— ¿quién te dio permiso para tocar mis cosas? —dije refiriéndome al helado.

—¿Qué tiene de malo que quiera vivir aquí? —respondió tranquila.

—No finjas, ambas sabemos que no nos caemos bien.

—La verdad, no sé cómo es que Nic te aguanta.

—Niclas para ti —le recordé.

Se levantó y me miró con desprecio.

—Y tampoco sé qué vio en ti.

—Lo que no vio en ti.

—No eres más que un juego para él.

—Supéralo.

—No sabes de lo que soy capaz de hacer con tal de que esté conmigo —me dijo amenazante.

Iba a responderle, pero tocaron a la puerta y fui a abrir abruptamente. Niclas estaba parado justo ahí con las manos en los bolsillos. Se inclinó para besarme, pero yo retrocedí, haciendo que él se inclinara hacia adelante lo suficiente como para ver el interior. Me miró confundido y luego aún más confundido cuando vio a Ivy parada en medio de la sala con una sonrisa dibujada en su rostro, la sonrisa del mismísimo diablo.

—Ivy —sonrió aún más descarada— ¿qué haces aquí?.

—Soy la nueva compañera de piso de As, ¿cierto, As? —me miró.

—As ni una mierda, a mí me llamas por mi nombre completo —me giré hacia Niclas— ¿Tú lo sabías? —me miró confundido— ¿Que ella estaba aquí?.

HASTA QUE NO QUEDEN CONSTELACIONES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora