Niclas abrió la puerta y me sorprendí al ver a su madre con Aisha en la entrada. No habían avisado que vendrían, y aunque es la casa de su hijo, y pueden venir cuando quieran, me sorprendió verlas.
Yo no estaba en condiciones para que alguien me viera: el cabello alborotado, un labio partido y los ojos rojos de tanto llorar. Sentí un escalofrío al pensar en el desastre que debía de parecer.
Niclas dejó pasar a su madre y hermana, que enseguida fijaron su mirada en mí con una sonrisa. Traté de esconder mi rostro, pero no quería ser maleducada. La madre de Niclas, al verme, se llevó las manos a la boca y se abalanzó sobre mí.
—¿Querida, qué te ha pasado? —Tomó mi rostro entre sus manos.
Aisha se acercó por detrás de su madre, con la misma expresión de preocupación. Miré a Niclas, buscando ayuda, pero me quedé muda.
—Salí afuera, y como el suelo estaba mojado, me fui de bruces contra el suelo —mentí.
—Ten más cuidado, querida.
—Lo tendré, no se preocupe.
—¡Buenas familia! —saludó Logan en la entrada con entusiasmo. Su sonrisa se desvaneció al verme, y también se acercó.
Ok, tener tantos ojos encima analizándome era realmente incómodo.
—¿Mierda, qué te ha pasado? —preguntó Logan.
—Se ha caído la pobre —dijo la madre de Niclas.
—¿Enserio? —preguntó Logan, con una ceja enarcada. —Si parece que se metió en una pelea. —Miró a Niclas. —¿Primero le enseñas a dar puñetazos demoledores y ahora a meterse en peleas?
Puñetazos demoledores… Ah, cierto, casi no recordaba el puñetazo que le había lanzado a Logan de camino al lago cuando estaba buscando a Niclas. En mi defensa, diré que pensé que me estaban persiguiendo.
—Mejor cállate —le espetó Niclas. —No le he enseñado nada. ¿Y de qué puñetazo hablas?
—Del que me dio cuando…
—¿Quieren algo de beber? —Me adelanté a decir, tratando de recuperar el control de la situación. —Por favor, pónganse cómodos.
Logan me miró con una gran sonrisa, y yo lo miré con mala cara. Aún me avergonzaba verlo golpeado. Me levanté del sofá y me paré al lado de Niclas.
—Bueno, esta casa es más de ustedes que mía, aun así, como ya les dije, pónganse cómodos. —Carraspeé. —Ahora vuelvo, me iré a cambiar —dije para todos.
—¿Puedo acompañarte? —preguntó Aisha.
—Claro.
Subimos las escaleras hasta el cuarto de Niclas. Agarré el pomo de la puerta y la abrí, permitiendo que Aisha entrara primero. Luego entré yo y cerré la puerta tras de mí. Me dirigí hacia las ventanas, corrí las cortinas y el caos de la cama era evidente.
—Creo que primero recogeré este desorden.
—No te preocupes, mi hermano no es tan organizado —hizo un gesto con la mano restándole importancia.
—Bueno, aquí siempre tiene cada cosa en su lugar.
Estiré las sábanas, doblé las colchas, acomodé las almohadas y en menos de tres minutos todo estaba en orden.
—Creo que lo hace para impresionarte.
—No creo que lo haga por eso.
—Astrid, mi hermano está superenamorado de ti, solo tienes que observar cómo te mira.
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HASTA QUE NO QUEDEN CONSTELACIONES
Fiksi RemajaEn un mundo oscuro y desolado, ella se sentía perdida. El peso de sus traumas la arrastraba hacia abismos de dolor y desesperación. Pero en medio de su tormento, destello de luz apareció en forma de un misterioso chico que la rescató de un intento d...