Capítulo 2

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Cuarta jornada y ya la fatiga de la rutina escolar me embarga. Sin embargo, hoy promete ser un tanto distinto, pues me aguarda la clase de deporte junto a mis amigas. Como es costumbre, Sohyun acude en su automóvil a recogerme y nos dirigimos al instituto, donde Kaede y Dahyun nos aguardan con impaciencia.

Las primeras dos clases, química y lengua, las atravieso en soledad. En química, comparto espacio con YooYeon, y anhelo entablar conversación con ella. Me intriga conocer la razón detrás de su carácter reservado y serio.

Ahora, acompañada de Dahyun, me dirijo al gimnasio para nuestra clase de deporte, aunque llegamos tarde por la espera de la fruta de la cafetería para devolverle la naranja adeudada a la castaña clara.

Una vez en el vestuario, salgo con el resto de las chicas, teniendo a Kaede a mi lado. La entrenadora da inicio con el silbido y comenzamos a correr por la amplia extensión del gimnasio. Como éramos muchas alumnas nos dividieron en dos equipos y las demás se dirigían a calentar en la otra mitad.

Avisto a mis amigas, quienes, siendo parte del equipo de basketbol desde el inicio, muestran un gran desempeño. También diviso a Nien, enérgica y lejos de mostrar fatiga. Y a lo lejos, vislumbro a YooYeon, todo lo contrario a ella.

Para inaugurar la clase, la entrenadora nos lleva a realizar diversos tipos de calentamiento en diferentes estaciones del gimnasio, mientras que a las otras las conduce a la cancha para otras actividades.

La clase concluye entre risas y diversión, y es cuando las otras, sudorosas, regresan a su vestuario. Nosotras hacemos lo propio.

Tomando una ducha rápida para eliminar el sudor, me cambio y salgo para aguardar a mis amigas en las bancas del lugar.

En el momento en que me siento, escucho voces resonando con fuerza. Levanto la mirada y me encuentro con la mirada de YooYeon. Más allá, observo a Kotone y a sus seguidores burlándose de la recién llegada, quien sale de allí visiblemente molesta.

Cinco minutos después, mis dos mejores amigas salen del vestuario.

—¿Qué ocurrió allí? —pregunto, refiriéndome a Kotone y a YooYeon.

—No es nada, solo que la tonta de Kotone comenzó a molestar a la nueva por no querer sacarse la camiseta frente a todas. Comenzó a decir que quizás como será de feo su cuerpo, que se avergüenza de mostrarlo y blabla. Lo típico de Kotone —Me responde Dahyun.

 —¿¡Que!? Pero qué cosa le pasa por la cabeza. Osea, si no quiere mostrar su cuerpo tendrá sus razones, pero no puede tratarla así, no puedo creer que... Argh! 

 —SeoYeon, calma. Ya paso, no te enojes por eso —. Me intenta calmar Sohyun.

—¿Qué está pasando? —indaga Kaede, llegando con su bolso al hombro izquierdo.

Mis amigas saben que me hiere profundamente la crueldad sin sentido hacia otros. Es una de las muchas razones por las que desprecio a Kotone; su único talento parece ser sembrar discordia y malestar.

—Kotone volvió a atacar a la chica nueva. —informa Sohyun.

—Vaya... parece que Kotone le ha tomado un gran odio a esa chica. —Asiento, tragando mi indignación.

—Debe ser porque le rechazó y lastimó su orgullo inflado.

—Por favor, SeoYeon, no te involucres. —Advierte Dahyun—. Hablo en serio. La última vez que te enfrentaste a Kotone y su grupo, Sohyun terminó con un ojo morado y yo con un labio sangrante.

—Pero ustedes se metieron. Tenía todo bajo control.

—No estoy tan segura —agrega Sohyun—. Además, no íbamos a dejarte sola con ellas, y no me agradó la forma en que te hablaron.

—Y por eso les diste su merecido —concluye Kaede, y Sohyun asiente.

—Está bien, dejemos eso atrás. No haré nada al respecto. Ahora, tengo hambre. —Decido cambiar de tema, deseando aliviar la tensión—. ¡Por favor! Cuando fui con SeoYeon a la cafetería, estaban preparando tortilla de zanahoria y olía delicioso.

Con ese incentivo, dejamos nuestros bolsos en nuestros respectivos casilleros y nos dirigimos juntas hacia la cafetería.



YooYeon Pov

Realmente detesto a esa chica. Se cree con el derecho de menospreciarme, aunque no le haya hecho nada para merecer ese trato. Si decidí no mostrarme ante las demás, es porque tengo mis razones. Razones que, si ella conociera, no se atrevería ni siquiera a mirarme.

Aún sintiéndome tensa y molesta, salgo del instituto horas antes para poder calmarme en casa y evitar que mis instintos lupinos tomen el control en presencia de personas tan insensatas como Kotone. Es difícil contener mi furia con individuos tan provocativos cerca.

Cuando llego a casa, mi padre no está. Me encamino hacia la cocina para servirme un vaso de agua y aplacar mi necesidad de desahogarme. Luego, me dirijo a la sala y me siento en uno de los sofás.

La ira sigue hirviendo dentro de mí, una llama que amenaza con consumirme por completo. Nunca antes había sentido tanto odio hacia alguien en tan poco tiempo, y sin siquiera conocerla.

—Maldición. —Aprieto el vaso sin darme cuenta, haciendo que se rompa y el agua se derrame por todas partes, formando un charco en el suelo.

Corro al baño para limpiar las heridas causadas por los trozos de vidrio.

Tranquilízate, YooYeon. Todo estará bien.

Me deshago de los fragmentos y lavo mis heridas bajo el grifo. Con la sangre aún hirviente, observo mi reflejo en el espejo y noto cómo mis ojos adquieren un brillo amarillento. Me lavo la cara y me apoyo en el lavamanos para tomar aliento. Cuando vuelvo a mirarme, mi iris se oscurece gradualmente hasta recuperar su color negro habitual.

Oigo la puerta principal abrirse y percibo la presencia de mi padre.

—¿Estás bien, hija? ¿Por qué hay vidrios en la alfombra?

Salgo del baño y lo miro.

—Sí, solo fue otro ataque de ira.

—Acabo de hablar con el líder sobre nuestra mudanza a la ciudad, lejos de Pensilvania.

—¿Y qué pasó?

—Habría enfurecido a cualquier otro, pero como es tu abuelo, me pidió que te cuidara y que mantuviéramos tu secreto a salvo, dada la reacción de las personas.

Asiento con la cabeza y me dejo caer en el sofá. Mi padre me observa y se sienta a mi lado.

—¿Estás segura de que estás bien?

—Sí, es solo una idiota que se cree superior.

—Demuéstrales quién manda. Sé que vales más. —Me da una palmada en el hombro y se retira a su habitación.

Si mamá estuviera aquí, nada de esto habría sucedido.

Comenzando por mi decisión de venir a la ciudad y alejarme de toda mi vida en Pensilvania.

La Chica Misteriosa - YooSeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora