Capítulo 23

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SeoYeon Pov


—Al fin se va esta semana —susurra Kaede, deleitándose con el aroma de su bebida—. No necesitaba otra reunión de viernes. Necesito al menos un mes para recobrar mi salud mental.

—No te excedas, apenas hemos regresado hace una semana —le replico.

—Exactamente. Yo necesitaría más de una. Duh —responde, sonando evidente, mientras ruedo los ojos.

—¿Alguna de ustedes quiere un brownie? —pregunta Dahyun—. Mi madre se esmeró mucho en hacerlos.

—Tu madre tiene un talento excepcional —comenta YooYeon, extendiendo su plato para que le sirvan otro trozo.

—Lo sé. Por eso es la cocinera oficial de la escuela.

—¿Eso explica por qué siempre sabes lo que servirán? —inquiere YooYeon, incrédula. Dahyun asiente con orgullo.

—¿Qué pensabas, que Dahyun poseía un menú mágico? —bromea Sohyun.

—No lo sé, podría ser que... —comienza a sonar su teléfono y lo revisa antes de contestar— Permiso, puede ser algo importante.

YooYeon se levanta y se aleja de la sala de mi mejor amiga. Apenas alcanzo a escuchar un "sí", así que supongo que fue quien la llamó.

Dahyun continúa repartiendo los brownies y, una vez que termina, YooYeon regresa a la sala visiblemente alterada.

—Lo siento, chicas, debo marcharme —se disculpa, tomando su chaqueta y saliendo de la casa con prisa, sin siquiera cerrar la puerta.

Las cuatro nos levantamos para seguir su paso, pero una vez fuera, ya había emprendido una carrera a una velocidad sobrenatural. Había optado por correr, dejando atrás su moto.



YooYeon Pov

Las palabras de mi padre, anunciando la gravedad de la situación de mi abuelo, despiertan una urgencia incontrolable en mí.

Corro por el largo pasillo y una vez en la sala, apenas me despido, me apresuro a tomar mi chaqueta y me lanzo al exterior sin mirar atrás.

Aunque mi primer impulso es montar en la moto, la ansiedad me advierte del peligro. Decido correr.

La entrada a Pensilvania se presenta ante mí. Los guardias me animan con palabras de aliento a mi paso, pero las ignoro, concentrada en mi destino: el reino oculto del líder.

Subo las escaleras con prisa y, al llegar a la alcoba, encuentro a Naky junto a su padre y otros rostros preocupados. La seriedad se refleja en sus miradas.

—¿Cómo es posible que no haya esperanza? —inquiero, luchando contra las lágrimas que amenazan con brotar.

—Lo lamento, hija, pero su tiempo ha llegado. Tu abuelo ha vivido muchos años junto a ti. Debes agradecer por ello —me consuela mi padre.

—¡Pero él estaba bien hace apenas unos días! —Exclamo, recordando nuestras últimas palabras y sintiendo el remordimiento apretar mi pecho— Papá, necesito verlo. Necesito pedirle perdón.

Mi padre asiente comprensivo, sin entender del todo mi angustia. Entro en la habitación y me acerco a mi abuelo, cuyo rostro palidece a cada instante que pasa.

—¡Abuelo! —Susurro, tomando su mano y sentándome a su lado en el suelo, a la altura de su lecho— Abuelo, perdóname. Soy solo una joven perdida en sus propias emociones. Sé que tú solo deseas lo mejor para la manada y...

—YooYeon... —empieza a hablar con esfuerzo— Fui duro contigo. No soy quien para dictar tu corazón. Confío en que harás lo correcto, sin importar las circunstancias.

—Te amo, abuelo. Me enseñaste todo lo que sé sobre ser una buena guardiana.

—Yo también te amo, YooYeon... No te preocupes por mí. Dale saludos a tu madre y a tu abuela por mí —con un lento movimiento, cierra los ojos, permitiendo que su corazón se apague.

—¿Abuelo? ¡No! ¿ABU...? ¡PAPÁ! —Grito, desesperada, mientras mi padre entra apresurado. Al ver que mi abuelo ha partido, se acerca con una lágrima en su ojo izquierdo.

—YooYeon, ya está —me consuela, abrazándome con fuerza, y me deshago en sus brazos.

—¿Esto significa que me convertiré en una alfa como tú?

—YooYeon, no tengas tanta prisa. Apenas tienes 17 años. Debes prepararte para este papel a lo largo de tu vida, hasta que estés lista para asumirlo.

—El poder suena como una gran responsabilidad.

—Al contrario, te dará la oportunidad de proteger a tu pueblo. Pero por ahora, dobla esas camisas. No lo harán solas.

—Siento que esto no tiene nada que ver con ser una guardiana.

-Tal vez no, pero al menos me ayudarás a mantener el orden en casa —me mira con complicidad y toma una camisa de mi mano para lanzarla en mi dirección.

Con agilidad, la atrapo y la devuelvo, pero termina golpeándome en el rostro.

—¡Hey! —Exclamo, y así, entre risas y complicidad, iniciamos una guerra de ropa, deshaciendo todo el trabajo que había hecho.

La Chica Misteriosa - YooSeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora