Capítulo 10

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SeoYeon Pov

Me detengo frente a una modesta casa de dos pisos, pintada de blanco. Según la dirección anotada por YooYeon, esta es su casa.

Me acerco a la puerta principal y presiono el brillante timbre plateado. Escucho el eco dentro y, segundos después, se asoma un hombre de unos cuarenta y tantos años, alto, fornido y con cabello negro.

—Hola, debes de ser SeoYeon. Mi hija me dijo que te hiciera pasar si no había llegado aún —me saluda cordialmente, indicándome que pase—. Por favor, toma asiento. YooYeon no tardará en llegar. Salió a comprar algunos materiales que le faltaban.

—Gracias —asiento y me dirijo hacia donde me indicó. Me acomodo en el sofá frente a él, y me observa. Levanto la mirada para encontrarme con sus ojos y él me sonríe.

—YooYeon me ha hablado mucho de ti. Y sí, eres bastante encantadora —¡Alarma! ¡Huye, SeoYeon, huye por tu vida!— No te preocupes, sé que suena un tanto extraño, pero no lo digo por mí, sino por ella. Para ella.

—¿En serio ha hablado de mí? —Se me escapa una sonrisa.

—Sí, está muy agradecida contigo. Dice que si no fuera por ti y tus amigas, seguiría navegando sola por los pasillos del instituto —sonríe recordando algo— además, hace tiempo que no la veía sonreír tanto.

—Em... ¿Gracias?

—Más bien yo soy quien debería agradecer. SeoYeon, pareces tener un corazón excepcional —hace una pausa—. Ahí viene.

Y segundos después, entra YooYeon con una bolsa de compras.

—SeoYeon, ¿lista para trabajar en mi habitación? —asiento, tomo mi bolso y me pongo de pie para seguirla escaleras arriba.

—¡Cantando y aplaudiendo! —Se escucha la voz del padre de YooYeon desde algún lugar. Río.

—Tu padre es muy agradable.

—Generalmente sí lo es —encoge los hombros.

Una vez en su habitación, bastante espaciosa, esparcimos los materiales sobre su cama, repasamos las instrucciones y comenzamos a trazar el plano. Esta fase resultó bastante fluida, dado que YooYeon es muy hábil con los dibujos y yo me dediqué a cuidar los detalles y las proporciones de las medidas.

Nos llevó casi una hora completar esta etapa, y luego comenzamos a cortar la base, los palos, las tablillas y los cartones de maqueta, siguiendo las medidas del plano que habíamos trazado previamente. Su padre nos trajo sándwiches y jugo para recargar energías, y empezamos a ensamblar las piezas.

—Esta debe ir en la esquina superior derecha, unida al palo de la arista izquierda —le indico, entregándole una pequeña tabla mientras reviso el dibujo. Ella la toma y, concentrada, la fija en su lugar. Yo agarro otra pieza y la junto con esa.

Así pasamos bastante tiempo hasta que quedaba cada vez menos por hacer. Me impresiona el progreso que hemos logrado.

—Gracias —dice YooYeon, interrumpiendo el silencio.

—De nada, aunque la esquina me ha quedado un poco doblada. Pero no te preocupes, se arregla lijándola un poco.

—¿De qué hablas? No, me refiero a todo —Ella me mira sin que yo entienda a qué se refiere—. Quiero decir, desde que te conozco has sido de gran importancia. Me has ayudado a ganar confianza en el instituto, ya que antes no conocía a nadie y tú te acercaste, y aunque no soy tímida, sí soy reservada. Quizás no tuve la mejor actitud contigo al principio, cuando lo único que querías era ayudar. Pero al final, tú y tus amigas se han vuelto personas muy cercanas. Espero algún día poder contarles todo —susurra lo último, pero alcanzo a escucharlo.

—¿A qué te refieres con "todo"?

—Nada, olvídalo. ¿Dónde va esta pieza? —toma un pequeño palo y me lo muestra. Claramente no quiere hablar de eso, pero tendrá que hacerlo algún día.

Le quito la pieza de las manos para medirla y ver dónde va.

—Dentro del ángulo que hicimos con la tabla.

—Perfecto —la fija en su lugar y la sostiene un momento para asegurarse de que quede bien—. Formamos un gran equipo. Mira, apenas llevamos dos horas ensamblando piezas sin parar y solo faltan los detalles —le sonrío y tomo la hoja para verificar lo que falta.

Una vez completada, nos tomamos el tiempo de pintar la maqueta con diferentes tonos de grises y algunos detalles en blanco o negro, para darle un toque más moderno. Cuando terminamos, la dejamos secar completamente.

Miro la hora en mi celular. Son las 23:52 horas.

—¡Wow! Es muy tarde.

—¿Qué hora es? —le muestro la pantalla de mi teléfono—. Vaya. Pero lo importante es que terminamos. ¿Te vas ya?

—Sí, no debería llegar tan tarde para evitar peligros.

—¿Quieres que te acompañe?

—¿Te gustaría? —le pregunto, sin querer ser una molestia.

—Claro. Vamos —pone la maqueta sobre su escritorio y salimos de su habitación. Se detiene en medio de las escaleras y se vuelve hacia mí—. Hay un problema. ¿Tienes miedo a las motos?

¿Miedo a las motos? Honestamente, en mis diecisiete años nunca me he subido a una, he visto a mucha gente en ellas, pero nunca me he preguntado cómo se siente estar en una. Supongo que la pregunta se debe a que YooYeon tiene una.

—Nunca me he subido a una —confieso.

—Siempre hay una primera vez para todo —sonríe y se dirige al garaje para sacar la famosa motocicleta. Es negra, con asientos de cuero. La acerca a la calle y me tiende una mano para que suba al pequeño y nada seguro asiento trasero.

—Toma —me pasa un casco— este es el mío y este es el de mi padre. Te doy el mío porque es más cómodo y más pequeño.

—¿Estás seguro de que no quieres usarlo tú? —Ella niega y se coloca el que tiene en sus manos.

Yo hago lo mismo con el que me ha dado. Apenas introduzco la cabeza, siento cómo mi cuello se tensa. ¿Cómo pueden soportar el peso de esto?

Pocos segundos después, percibo el aroma del casco de YooYeon. Inconscientemente, cierro los ojos para disfrutarlo. Luego los abro rápidamente al recordar que ella está ahí.

Ella se acerca, ajusta la correa del casco bajo mi barbilla y se sienta delante de mí. Gira su cabeza ligeramente para hablar.

—Agárrate bien. No queremos accidentes en tu primer paseo en moto —me dice apenas a través de los cascos. Hago lo que dice y me aferro al asiento lo más fuerte posible.

Ella asiente con una sonrisa y toma mis manos para entrelazarlas delante de ella, como si fuera un cinturón. Con un movimiento de su muñeca, enciende la moto. Comienza despacio hasta salir de la cuadra, pero acelera más cuando estamos fuera.

Es asombroso. Me siento libre, como si estuviera volando. El viento es ligero pero fuerte al mismo tiempo, golpeando mi cuerpo y haciendo que mi cabello se deslice hacia atrás.

En un momento dado, YooYeon adelanta a un auto a tal velocidad que me obliga a aferrarme a ella como si mi vida dependiera de ello. Siento su risa en su estómago. Una vez que disminuye la velocidad, suelto un poco el agarre.

Ella se detiene frente a mi casa, se quita el casco y baja de la moto. Toma mi mano y me ayuda a bajar. Me quito el casco y acomodo un poco mi cabello con los dedos.

—¿Te gustó?

—¿Cómo no? ¡Me encantó! —exclamo y ella ríe por mi emoción. Tiene una risa muy linda.

—Si quieres, puedo llevarte a pasear cuando quieras. No suelo usarla mucho, pero me gusta hacerlo.

—Me encantaría. Bueno, debo irme.

—Adiós, SeoYeon —Se acerca y siento un pequeño cosquilleo cuando me besa en la mejilla.

—Adiós, YooYeon —Me volteo y entro a mi casa. Cierro la puerta detrás de mí y oigo el motor arrancar.

Espero que nos vaya bien con la maqueta y saquemos la mejor nota.

La Chica Misteriosa - YooSeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora