Capítulo diecisiete
Juego con riesgos
Aunque traté de investigar para hoy, no entendí mucho de lo que leí. Por lo que no sé bien que es lo que me está haciendo Juan en este momento, pero siento cosquillas en mí entre pierna. Aunque me da vergüenza, ya que parece que estoy húmeda.
¿Me hice pis?
—Dime cuando lo sientas —me dice con una voz que parece ordenarme algo que ni siquiera entiendo.
Y mientras me pregunto a qué se refiere, un cosquilleo hace que involuntariamente presione mi cuerpo contra sus dedos. Mi respiración se acelera y necesito sostenerme de él, pero no sé cómo, ya que estoy en el sofá, abierta de piernas, con los pantalones por el suelo, sus dedos acariciándome insistentemente y su boca comiéndome los labios, las dos cosas al mismo tiempo. En ese momento siento que me voy a hacer encima, porque un dolor en esa zona me lo avisa, sin embargo, deseo que siga, como si no me importara. Cuando de repente un escalofrío me recorre todo el cuerpo y me contraigo mientras trato de tomar aire.
¿Qué fue esto?
—Basta —pido al darme cuenta de que me incomoda que siga y aparta su mano y su boca de mí. Me siento desnuda ante él y no dejo de mirarlo. Sigue serio, y noto que sus dedos están húmedos.
Me subo las bragas y pienso que Máximo en su lugar se burlaría del emoji que tienen al frente, pero Juan no habla. Termino de vestirme y noto que está en la misma posición que antes. No se ha movido ni ha dejado de mirarme.
—¿Qué hicimos? —pregunto y veo que con su mano libre saca un pañuelo de su bolsillo y se limpia los dedos.
—Maxi es un buen amigo, pero no es lo que tú necesitas —me dice y la puerta principal se abre y entra Máximo con la cena.
—Pasé a comprar esto como disculpa —dice y nos mira—. ¿Todo bien?
—Tengo que irme —responde Juan y se pone de pie.
¿Qué está pasando?
—¿Hablaste con tus padres? —pregunta Máximo a modo de pregunta y Juan asiente.
¿En qué momento habló con sus padres?
Una vez que se retira, Máximo, como si nada pasara, me empieza a contar lo que le había ocurrido a Benjamín y porque se puso mal. Cenamos y después de eso me dice que quiere que veamos algo juntos en la televisión, por lo que volvemos al sofá en donde estuve una hora atrás con Juan. De pronto, aparece una pareja haciendo cosas, desnudos y con... Bueno, así.
—¿Qué es esto? —pregunto sorprendida, aunque supongo algo.
—Mira, es para que aprendamos. Ves, él primero baja y le pasa la lengua. Así ella se humedece —comenta mi amigo. Y aunque no lo cuestiono, sé por experiencia propia que no es esa la razón de que ella esté húmeda.
No voy a negar que la película me llenó de vergüenza y que Máximo quisiera hacerme lo mismo, que el hombre le hacía a la mujer me puso peor. Sobre todo, porque seguía pensando en Juan. ¿Tenía que contarle a mi amigo lo que hice con su otro amigo? Decidí que lo mejor era esperar un poco.
—¿Quieres que probemos? —me pregunta entusiasmado y me doy cuenta de que él quiere hacer eso ahora. ¿Qué pasa si nota que estoy húmeda por causa de Juan? —. ¿Es mucho?
—No es eso... Es solo que, antes, me gustaría que aclaráramos algo —le digo algo nerviosa.
—Bien —me responde y pone pausa a la película—. Dime.
—Nosotros somos amigos y eso no va a cambiar. ¿Verdad? —pregunto con temor.
—Claro que no —dice él con una sonrisa—. ¿Eso es todo?
—No pasa nada si estamos con otras personas. ¿Verdad? —Quiero dejar las cosas claras. Máximo es más importante para mí que cualquier chico que me pueda gustar, pero necesito saber que él tampoco me ve como pareja potencial.
—Eso ni lo dudes. Mi idea es practicar contigo y salir con otras chicas. ¿Eso te molesta? No quiero ser grosero —me aclara y sonrío.
—Genial —digo segura de que es lo que quiero, aunque las palabras de Juan siguen dando vueltas en mi cabeza.
¿Por qué diría que Máximo no es para mí?
—¿Tú le contaste a Juan lo que íbamos a hacer? —le pregunto directamente, no puedo hacer nada hasta estar segura de que es lo que pasa.
—¿Sobre ser amigos con derechos? —me pregunta y me rio por la forma de nombrarlo—. No, no le dije nada... ¿Por?
—No sé, sentí como si él lo supiera —respondí y aunque sabía que no estaba siendo completamente sincera. Me daba vergüenza confesarle eso—. ¿Podemos probar otra cosa hoy?
Mi pregunta lo deja confundido. No quiero que me toque sabiendo que Juan lo hizo y además me siento algo sucia. Pero a la vez, noto que él quiere que hagamos cosas.
—¿Qué te gustaría hacer? —me pregunta y dejo una almohada en el suelo, me pongo de rodillas frente a él y recojo mi cabello.
—Enséñame a hacerlo bien. No creo que mi experiencia con salchichas me sirva en este momento —aseguro y se ríe para después liberar esa cosa que lleva entre las piernas. Me siento feliz de ver que es un poco más chico que la vez pasada. ¿O tal vez fue solo que me sentí asustada?
—¿Harás todo lo que te pida? —pregunta emocionado.
—Claro, quiero ser buena en esto —le digo y me pide que le pase la lengua.
Se siente extraño, pero lo hago. Cuando me doy cuenta de que por su orificio sale una perla blanca, paso la lengua y siento que es amarga.
—¿Qué es esto? —pregunto con la lengua fuera de la boca. No me gusta su sabor.
Él sale de su estado de trance y al verme asqueada empieza a reírse. Agarro el helado derretido que está en mi compotera y lo tomo como si fuera una bebida.
—Supongo que es líquido pre... —dice y me rio con él. Es contagioso—. ¿Sabe muy feo?
—¿Cómo esa mujer pudo tragarse esto y lo que sigue...? Qué asco —repito y él se sube los pantalones mientras nos reímos.
—Voy a tener que averiguar cómo sabe y si se puede cambiar eso. No quiero que sientas náuseas por mi culpa —me asegura mi amigo, mientras acaricia mi rostro.
—Por favor —digo y me abraza.
¿Por qué es tan distinto su abrazo al de Juan?
Autora: Osaku
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Juegos peligrosos - El comienzo
RomanceTodos fuimos inexpertos, alguien nos enseñó lo que sabemos. Y en este caso, una joven será la que colocará en el tablero las fichas para empezar el juego. Laura, una joven que tras la muerte de su hermana y un problema de salud que podría ofrecerle...