XXXII - Juegos en lo de Máximo

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Capítulo treinta y dos

Juegos en lo de Máximo

—Lau, se pasaron... —dice Máximo al ver el reloj que le compramos—. Está muy bueno. ¿Cuánto les costó? Incluso tiene garantía, es una locura.

—Me alegro de que te guste. No te olvides de darles las gracias a Jere y Cris —le indico, mientras estamos preparando las cosas en la cocina de su casa, para la fiesta de cumpleaños de la noche.

—Tu padre me llamó ayer para darnos las gracias por lo que Maxi hizo. Dile que no se preocupe por nada —me pide la madre de Máximo—. Cuando nuestro hijo estuvo mal, solo tú y Juan estuvieron con él. Así que entendemos que quiera apoyarte.

—Gracias, se lo diré a mi padre para qué deje de molestarlos —digo y Máximo toma un poco de crema que era para el pastel y me la embarra en la cara—. ¡Loco!

—¡El blanco te queda! —dice Máximo mientras huye de mí.

—Chicos, no griten que Benja no se siente bien —pide su madre antes de que saliéramos de la cocina.

Alcanzo a Máximo en su dormitorio. Le lanzo una de sus almohadas, pero se cubre.

—Vas a pagar —le susurro para no molestar a Benjamín que está en el dormitorio de al lado.

Sin embargo, Máximo salta sobre la cama y me acorrala, toma mis manos para que no lo golpee y tras sacarme la crema con su lengua, sonríe.

—Podríamos usar algo así para practicar —me susurra al oído.

—Bien, te lo meteré por el trasero —bromeo y se empieza a reír con fuerza, se tapa la boca y regresamos a la cocina.

Esa noche su madre y Benjamín se marchan, ya que al hermano menor de Máximo la música y los sonidos fuertes lo alteran. Su padrastro se queda a cargo, como adulto responsable, pero debe viajar al otro día, por lo que se va a dormir y me pide que trate de que la música no moleste a los vecinos. —Sí, señor. No se preocupe por nada —digo mientras empiezan a llegar todos los amigos de Máximo, los cuales son muchos. Conozco a algunos, pero no me llevo bien con la mayoría de ellos. Sin embargo, me sorprendo al ver a Ámbar. Ella y yo nos hicimos amigas cuando estuve internada.

Me saluda y me presenta a su «amigo» el cual es un excompañero de Máximo y mío de la primaria. Hablamos un poco, me pide que por favor la llame cuando tenga tiempo, y poco después Jeremías y Cristóbal aparecen dejando a todas las chicas enamoradísimas.

—¿Los conoces? —me pregunta Ámbar y sonrío.

—Vamos juntos al colegio —digo, pero no espero que me saluden con entusiasmo, ya que les pedí que fuéramos discretos frente a otras personas.

—Hola, chicas —dice Cristóbal y se presenta con Ámbar, la cual es muy linda y noto que le quiere clavar las garras, por lo que al notar que el chico con el que vino está coqueteando con otras chicas dejo que Ámbar y Cristóbal interactúen tranquilos.

A lo lejos noto que Máximo se va con una chica a su dormitorio y estoy segura de que la fiesta se va a poner interesante. Me siento un rato en el living de la casa mientras siento que se me hizo una ampolla en el pie por usar sandalias nuevas. Debí ablandarlas antes.

—Hola, preciosa —me dice Federico.

—Fede, ¿no trajiste a tus amigas hoy? —le pregunto y él sonríe. Sigue sin agradarme.

—Pensé que serían una distracción, sobre todo porque no hemos tenido tiempo para nosotros —me dice y se me acerca demasiado.

—Nos vemos todos los días en el colegio. No creo que sea necesario que interactuemos más —aseguro y me aparto un poco, pero coloca una de las manos en el sofá impidiendo que me levante.

—Maxi está con otra chica en su dormitorio. ¿Eso no te da celos? —me pregunta.

Otro estúpido que piensa que estoy enamorada de Máximo. Pongo los ojos en blanco, estoy cansada de decir que entre mi mejor amigo y yo no hay esos sentimientos.

—¿A ti te dan celos? —pregunto y se sorprende.

—Hola, ¿vieron a Cris? —nos pregunta Jeremías poniéndose en medio, se lo agradezco con la mirada.

—Creo que lo vi con una amiga mía. Si quieres te acompaño a buscarla —le digo a Jeremías a modo de súplica para que me saque de ahí.

—Genial —dice y me ayuda a ponerme de pie.

El dolor me recuerda la mala elección en calzado, pero sigo caminando. Una vez que vamos al patio trasero de la casa de Máximo, vemos a Cristóbal besándose con Ámbar.

—Los encontramos muy rápido —dice una chica detrás de nosotros.

Es Ángela, amiga de Ámbar. No sabía que había venido a la fiesta. La saludo, y le presento a Jeremías, el que parece bastante entusiasmado con ella. Por lo que después de hablar un poco los tres, los dejo solos. Máximo sale de su dormitorio y la chica que va con él parece sonrojarse al verme. ¿Otra que piensa que entre él y yo pasa algo? Aun así, no le molestó meterse en su dormitorio con él, sonrío por dentro y los saludo. Ella huye pensando que la golpearé y Máximo me abraza.

—¿Viene bien tu fiesta? —le pregunto y él me dice que sí y trata de darme un beso en la mejilla, pero lo aparto—. No te has lavado los dientes. Solo dios sabe dónde acabas de poner esa boca.

—Para tu información, mi boca es solo tuya —dice y se relame.

—No digas tonterías, esa chica es muy linda. ¿Iba con nosotros a la primaria? —pregunto tratando de no prestarle atención a su comentario.

—Iba conmigo —dice y me abraza—. Y lo digo en serio. Solo nos tocamos y dejé que me hiciera cosas. No quiero besarte pensando en que puedo pasarte algún bicho.

—Eres un promiscuo muy considerado —bromeo y hago que me suelte—. ¿Deberé hacer lo mismo cuando intime con otros hombres?

Su mirada se oscurece un poco, al darme vuelta vi que Juan entraba con Cintia.

¿Es posible que Máximo se ponga así por ellos? 

Autora: Osaku

Juegos peligrosos - El comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora