LVII - Juegos y tentación

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Capítulo cincuenta y siete

—Voy a participar de los juegos, pero solo con una condición —me susurra Juan al oído.

—¿De qué se trata? —le pregunto sin poder dejar de abrazarlo.

En ese momento me explica que hará lo que yo desee cuando nos juntemos con los demás, si yo quiero que esté conmigo o con otra chica, él se limitará a seguirme. Sin embargo, quiere ser el único que pueda estar a solas conmigo y no quiere que nos cuidemos con preservativo.

—Quiero derramarme en tu interior cada vez —me dice en un tono que parece autoritario.

Estoy segura de que no me embarazaré, por lo que acepto. Se siente extraño saber que él hará lo que yo le pida. ¿Por qué quiere comportarse así? Se lo pregunto, necesito saber más cosas, muchas más.

—No creo poder controlarme de otro modo, necesito cederte toda mi voluntad delante de otros —dice y me quedo viéndolo.

¿Qué quiere decir eso?

¿No puede controlarse si está con otras chicas?

¿Tanto las desea?

Pero, si es así... ¿Por qué insiste en que soy la única chica con la que está?

En ese momento Máximo me llama, le dije hace unos días que tenía que hablar con él. Estoy segura de que mi padre va a contarle a todo el mundo que salgo con Juan y quiero aclarar las cosas. Me dice por mensaje que está en la puerta, por lo que me cambio, al igual que Juan y vamos juntos a recibirlo.

—¿Interrumpo? —pregunta Máximo algo molesto.

—Claro que no —le digo y lo hago pasar.

—Tengo que irme —indica Juan sorpresivamente.

Después de que se marcha, le explico a Máximo lo que ocurrió con mi padre y porque erróneamente cree que salgo con Juan. Le pido que no le cuente a este último sobre lo de las inversiones, estoy segura de que se molestaría si supiera que mi familia va a ayudar a la suya. Máximo me asegura que no dirá nada, y para cambiar de tema le comento que Juan empezará a jugar con nosotros.

—Es extraño, pensé que nunca aceptaría después de lo que me dijo el otro día —asegura Máximo, quien acaricia mi rostro.

—Parece que quiere probar cosas nuevas —comento, algo nerviosa al recordar lo que Juan me dijo.

—¿No te pondrás celosa de que se la meta a otras chicas? —me pregunta mi amigo y me quedo viéndolo.

—¿Por qué lo haría? —pregunto y él sonríe y cambia de tema.

—Tengo hambre, ¿Rosita está? —Él se dirige a la cocina.

—Está por llegar, podrías quedarte con la llave de casa y abrirle. Ella se la olvidó y Edith aún no tiene una. Me quiero ir a bañar, iba a hacerlo, pero Juan llegó y no pude —digo y Máximo toma la llave.

Me voy a mi dormitorio, lo ordeno un poco y después entro al baño donde me quedo un buen rato. Aún no dejo de pensar en juan y lo que me dijo. ¿Qué quiere decir? ¿Por qué no quiere que esté con otro a solas? ¿Será territorial? No puede ser que esté celoso, si yo le gustara de ese modo no aceptaría estar con otras chicas, ¿o sí? Me siento muy confundida. No sé qué es lo que puede pasar si resulta que Juan está interesado en mí, más que solo en mi cuerpo. De todas maneras, trato de no pensar en eso, no quiero hacerme ilusiones en vano.

¿Para qué preocuparme por algo que no va a ocurrir?

Regreso a la cocina y Máximo está conversando con Rosita, le cuenta que para las vacaciones irá a un curso de arquitectura y ella lo felicita.

—Lau, quieres postre de chocolate? —me pregunta Máximo y me muestra que él y Rosita lo están preparando.

—Claro —digo y me acerco para ayudarlos.

Pasan unos días, y cuando estamos en el colegio, Cristóbal me pregunta si podemos hacer una fiesta en mi casa. Ya que, les gustaría volver a ver a Ángela y Ámbar. Para Halloween mi padre se irá unos días con Edith, así que me parece que podemos hacer algo. Él se pone feliz y yo me encargo de organizar todo, sin embargo, mientras estamos en el recreo, él y Jere me preguntan si quiero ir a su departamento esa tarde. Está claro que quieren que volvamos a intentar hacerlo juntos. Sin embargo, recuerdo lo que Juan y yo acordamos y les pido que me esperen. Voy al salón de computación donde Juan está haciendo un trabajo y le pregunto si quiere venir con nosotros al departamento de los gemelos. Él asiente, y toca el timbre. Dentro del salón les confirmo que iré, pero que Juan también vendrá, lo que sorprende a Jeremías.

Es así, que luego de salir del colegio, los cuatro vamos hasta el departamento y después de conversar un poco noto como Cristóbal quiere empezar a jugar. Pese a que me siento algo avergonzada, ya que Juan se encuentra con nosotros, dejo que Cristóbal me bese. No puedo evitar notar lo tenso que todos estamos, por lo que les pido empezar de a uno. Cristóbal sonríe y después de que vamos al sofá, me empieza a quitar la ropa y después de dejarme completamente desnuda comienza a besarme, acariciarme, y darme placer para que yo deje de pensar. Él se ha dado cuenta de lo nerviosa que estoy al hacer esto delante de Juan.

—Te gusta que Juan nos vea —afirma mientras me obliga a ver la expresión serena de Juan, frente a nosotros.

—Eso no es cierto —reclamo y Cristóbal se acomoda en mi entrada.

—Claro que si lo es —susurra en mi oído y entra. Respiro profundo, parece que le gusta lo que hacemos, ya que me llena, mi cuerpo lo comprende.

—Cada vez que aprietas se siente mejor, vas a volverme loco —insiste, estar en esa posición me da vergüenza.

—Deja de decir tonterías —le pido y me aparto de él para cambiar de posición.

No quiero ver a Juan mientras lo hago con Cristóbal, me intimida. Cristóbal me besa, parece disfrutar mi incomodidad. Por lo que, de manera juguetona, me pega en las nalgas, presiono y me embiste con fuerza. Es algo normal, siempre me gustó rudo, sin embargo, en ese momento Juan se nos acerca.

Autora: Osaku

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