XLIX - El secreto de Juan

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Capítulo cuarenta y nueve

Voy a llevarle comida a la abuela de Cintia y me escucha decirle que iré a una fiesta en una piscina. Ella se invita sola, no me atrevo a rechazarla delante de su abuela, ya que es amiga de mi madre y eso podría traerme problemas al regresar a casa. En el camino no deja de hablar, insinúa algunas cosas sobre Laura y Máximo, pero no le presto atención. Cuando llegamos juntos a la fiesta, Laura parece molestarse, pero no dice nada. Una vez que saludo a todos, regreso a la cocina para decirle lo que ha ocurrido con Cintia y me la encuentro escuchando detrás de la puerta.

—¿Qué haces? —pregunto y Cintia sonríe. Me pide que regresemos a la piscina con los demás.

—¿No hacen linda pareja Jeremías y Laura? —me pregunta insinuando que pasa algo entre ellos. ¿Será Jeremías y no Máximo?, me pregunto en silencio.

—¿Y Laura? —pregunta Máximo cuando entramos a donde se está celebrando la fiesta. Los demás parecen estar disfrutando de la piscina de Laura. Me sorprende que invite a tantas personas.

—Ella necesita ayuda en la cocina —le dice Cintia, y Máximo sale antes de que pueda conversar con él.

—Creo que será mejor que te vayas —le digo a Cintia.

—¿Por qué? —pregunta ella molesta.

—Vete antes de que me hagas enojar —indico y voy tras Máximo. Ella me detiene y me pide que le explique por qué no puedo aceptar, que Laura no me quiere y que solo me usa como al resto de sus amigos.

—La escuché, Jeremías se iba a confesar con ella. Seguro lo rechaza, le gusta que todos estén detrás —reclama Cintia.

—No es tu problema —aseguro y por un momento me doy cuenta de que Laura aparece y se lleva a Cristóbal con ella. Parece nerviosa, así que los sigo. Sin embargo, se encierran en el depósito de la casa de Laura, estoy por irme cuando Cintia llega con envases vacíos.

—No, es solo que no quiero hacerlo sufrir. Él me agrada, como tú y Máximo. Pero solo como amigos —dice Laura.

—Amigos con derechos... —responde Cristóbal desde dentro.

—Lo sé, pero únicamente eso. Yo no podría tener nada más con ustedes.

—Te lo dije, ella juega con todos —me dice Cintia que también escuchó eso.

Abro la puerta para que ellos se den cuenta de que no están solos, y Laura sale corriendo. La sigo y al entrar a su cuarto la veo meterse una pastilla en la boca. Recuerdo a mi hermana estando del mismo modo y me enfurezco. No voy a dejar que Laura termine como mi hermana. No me doy cuenta de que la trato mal hasta que noto cómo me mira. Está nerviosa, necesita que sea comprensivo con ella, pero no sé cómo hacerlo.

—¿No soy suficiente? —digo y ella me mira asustada.

No sé qué se supone que hace con nuestros amigos; sin embargo, no me importa mientras ella me siga aceptando. La tomo del brazo y la obligo a abrazarme. Mi corazón late con fuerza cuando ella lo hace. Comienzo a desvestirla mientras acaricio su cuerpo, parece tan frágil que no puedo evitarlo. —Voy a ayudarte —susurro en su oído y la beso.

Una vez que la hago llegar la dejo temblando sobre la cama y me aparto, estoy muy enojado, si sigo a su lado voy a hacer una locura. Sin embargo, ella no comprende el peligro que corre a mi lado y viene detrás de mí. Me reclama que siempre haga lo mismo, me dice que quiere más, que necesita sentirme dentro.

Odio que haga eso, no comprende que mi deseo por ella es tóxico y lamentable, soy solo un estropajo cuando ella se para frente a mí. Quiero besarla, morderla, acariciarla, tomarla del cabello con mis manos y presionarla hasta dejarla sin aire, quiero verla llorar mientras se lo hago con fuerza, quiero ser quien cause cada una de sus lágrimas y sus pensamientos más oscuros. Estoy roto y quiero romperla. Lo comprendí hace poco, y sé que todo eso es malo. Si ella conociera esa parte de mí, saldría corriendo a los brazos de Máximo. Es por eso que me controlo tanto.

—Juan... —la escucho decir y me doy cuenta de que esta vez no fue mi imaginación—. Juan...

Estoy sujetándola, la estoy forzando, estoy siendo todo lo que me juré que no sería con ella.

—Duele... —me susurra y le suelto el pelo.

Se aferra a mí mientras sigo en su interior. Estoy aterrado, sin embargo, veo mi reflejo en el espejo de su baño y no solo noto su espalda y mis manos sujetándola, sino que también puedo ver mi rostro... Estoy disfrutando que ella diga eso.

—Debo parar —me exijo en voz alta, pero ella me detiene.

—Acaba dentro primero —me pide casi suplicándome entre lágrimas y gem*dos.

Lo hago en ese mismo instante, ella se aferra y no deja que nuestros cuerpos se separen. Estoy por pedirle disculpas por haber sido tan rudo, esperando que ella reaccione y me grite, que me pida que me aleje y no vuelva a acercarme.

—Haré lo que sea, solo no dejes de darme esto —me pide y la suelto confundido.

¿Qué acaba de decir?

—Por favor, Juan... —me suplica y noto las marcas en su cuerpo.

—Te marqué —digo mientras mil cosas pasan por mi cabeza.

—Esto fue increíble —me replica sonriendo.

Trato de meditar y de entender que se supone que acaba de pasar. No puede ser que una chica como Laura quiera ser tratada de este modo por mí. Prácticamente, abusé de ella, se lo hice de una forma intensa y dolorosa y, aun así, quiere que siga. Incluso me asegura que hará lo que le pida si acepto volver a tener un encuentro así con ella.

—Siempre te cohíbes, nunca pensé que fuera por esto. Eres increíble, me encanta —dice sonriendo y abre la ducha y se mete—. ¿Vienes?

Entro con ella y la ayudo a limpiarse, estoy en silencio todo el tiempo evaluando la situación.

—Laura... —digo mientras la ayudo a secarse después de cambiarme primero.

Ella me mira con atención, espera que prosiga. No estoy seguro de hacerlo. Temo hacerle daño en serio si seguimos haciéndolo así.

—Si los dejas a todos te daré lo que quieres —le indico y me queda viendo con sorpresa.

Ella dijo que quería libertad, sex* sin compromiso. Es por eso que debe estar con nuestros amigos. Sé que no querrá dejar eso solo para estar conmigo. Así que es la única manera que se me ocurre para hacerla recapacitar.

Odio sentirme celoso de ellos, odio saber que han estado viéndola desnuda a mis espaldas, y lo que más odio es que yo creí que Máximo la tomaba en serio. Cuando en realidad solo jugaba con ella como los demás. No deseo verla a los ojos, y escucharla decir que prefiere estar con ellos que conmigo. Por lo que salgo del baño y luego de su cuarto. Busco a Cintia y la llevo conmigo, debo sacarla de ahí antes de que le haga algo malo a Laura.

En la entrada de la casa de Laura, discutimos, me pide que le suelte la mano y empieza a llorar. Cintia no me importa, y a esta altura tampoco lo que mi madre pueda decir. Sin embargo, Máximo viene con Jeremías y me preguntan por qué estamos fuera.

No sé cómo ni cuándo, pero me veo a mí con la mano llena de sangre, Máximo está en el suelo. Otro maldito lapsus, voy a colapsar. Necesito salir de aquí. Jeremías me obliga a apartarme de Máximo, el cual se sostiene la nariz.

—Pensé que la amabas —digo y me marcho.

Autora: Osaku

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