Capítulo doce
El primer Juego
—Tranquila, idiotas sobran en este mundo, pero que esos tontos te dijeran que le gustabas cuenta como declaración de amor, así que tu tranquila —responde Jeremías y me quita el vaso. Es muy amable conmigo, me alegra mucho saber que ellos, en cierto modo me creen.
Después de eso, Jeremías le pasa a su hermano el vaso tras decir que, sí, se le ha declarado una chica y no lo dudo, los dos son muy lindos y aunque él parece más serio, no deja de ser gracioso y carismático.
—Te toca preguntar —dice Cristóbal y le pasa el vaso de cristal con el alcohol a Federico.
—Bien, vamos a lo bueno. ¿Se las jalaron? —pregunta y sus amigos no parecen felices con la pregunta. Él pasa el vaso, ya que se muestra orgulloso de poder presumir que sí. Y yo me pregunto cuál sería el equivalente a eso para mí.
Cuando llega el turno de Juan, él bebe y no me sorprende, él es un chico tranquilo. Máximo no bebe y me imagino que la chica que quiso estar con él hace unos meses, le hizo algunos favores antes, por lo que sonrío.
—Barbie, es tu turno —dice Federico con malicia.
—¿Mi médica cuenta? —pregunto y todos ríen menos Juan.
—No preciosa, debe ser alguien sin título —respondió Federico tratando de provocarme.
—De todas maneras, sí, me tocaron —dije y Máximo sonrió, él ya conocía la historia.
—¿Quién? —pregunta Juan con su cara de pocos amigos y me sonrojo.
—Un niño en el jardín —digo y Cristóbal pide saber más—. Él me preguntó cómo hacía para hacer pis sin pito, ya que sus hermanas tampoco tenían uno y fuimos al baño, le mostré cómo hacía y me tocó unos cuantos minutos después de que terminé. ¿No cuenta?
Todos me quedaron viendo, supuse que era porque estaba roja por la vergüenza.
—No, si no hay intención sexual —argumenta Federico y Máximo lo mira con mala cara.
—Para mí, cuenta —responde Cristóbal y su hermano lo secunda.
—Para mí también —dice Máximo y Juan se levanta y se va al baño—. Creo que fuimos cuatro contra uno.
Me pongo de pie y voy a la cocina mientras ellos siguen conversando, cuando Juan sale del baño le pregunto si está bien. Ya que parece que el alcohol no es amable con él.
—No te acerques —me pide y Máximo entra.
—Juan... ¿Quieres ir con los chicos? Se van a otra fiesta que queda cerca de tu casa. Te puede llevar —comenta Máximo y Juan solo sale de mi cocina y me siento frustrada.
¿Por qué me odia tanto?
Una vez que despedimos a todos y Máximo me ayuda a limpiar, empiezo a sentir los efectos de esa maldita pastilla que me dan para estar más relajada, él me acompaña a la cama.
—¿Cómo te sientes? Parece que los chicos se fueron a tiempo —bromea y lo miro molesta.
—Odio estas pastillas, me gustaría relajarme sin tener que tomarlas —digo y nos acostamos en mi cama. Él me abraza y suspira.
—Es para que estés mejor, no será para siempre —me asegura y acaricio su rostro con una sonrisa drogona—. No sé si puedes tomar alcohol con esa pastilla, deberías tener cuidado.
—No seas mi madre —le pido y él me asegura que no lo será—. ¿Sabes por qué Juan me odia tanto?
—Ya te dije que no te odia. Es más, él me dio la idea de hacer una fiesta para que comas más relajada hoy —me asegura Máximo, pero no lo creo.
¿Juan interesado en ayudarme? No... Imposible. Solo lo debe hacer para ayudar a Máximo.
Terminamos acostados en mi cama mientras me cuenta sus hazañas con las chicas con las que sale de vez en cuando. Me parece interesante como las chicas son capaces de ser tan atrevidas para que él les preste atención de esa manera, mientras que conmigo se comporta como un niño muchas veces. Ser su amiga es genial.
—¿Y por qué no lo hiciste con ella? —le pregunto después de que me contara lo que esa chica le hizo con las manos y con la boca.
—Te dije que no me animo a hacerlo con alguien del colegio. Si tuviera mal desempeño se sabría y arruinaría mi reputación —aseguro él y se sube sobre mí—. Sin embargo, tú me propusiste algo y después te retractaste. ¿Por qué fue eso?
En un arranque de locura le pregunté a Máximo, si quería practicar conmigo, ya que él siempre estaba ayudándome y yo quería serle útil. Sin embargo, me sentí avergonzada. Porque por la manera en la que nos tratamos somos poco sex*ales y eso es probable porque yo no le parezco atractiva. No quería que se sintiera obligado a hacer algo que no deseaba. Aun así, él lo recordó y lo trajo a colación en esta conversación.
—Es que sé que no me veo linda ahora y no quisiera que te espantases —susurré avergonzada.
—Eso es una tontería. Todos se volvían locos por ti hoy. ¿No lo notaste? Cris te habría besado si le hubieras dado la oportunidad. Eres muy linda, amiguita —me asegura Máximo y me da un beso en la frente.
—Entonces... ¿No te daría asco estar conmigo? —pregunto tapándome los ojos.
Él se baja de arriba mío y me abraza.
—¿Por eso te retractaste? —me pregunta y suspira—. Esa cabecita tuya no entiende nada.
—Entonces hagámoslo —suelto y él me mira sorprendido—. Siempre llevas un preserv*tivo contigo. Lo veo cuando sacas tu billetera.
—¿Estás segura? —me pregunta como si mis palabras hubieran sido broma.
—Sí, no quiero volver a esa estúpida clínica sin haber probado todo lo que se pueda antes —le aseguro y él me empieza a besar.
La verdad es que no le estoy siendo completamente sincera a Máximo con respecto a esto. Ya que cuando estuve en esa clínica de rehabilitación, no solo me hice amiga de Ámbar. También conocí más a mi compañera de cuarto, fue previo a las vacaciones de invierno cuando Máximo se fue a casa de su abuelo. Por eso no la llegó a conocer.
Ella tenía el mismo problema que yo, solo que se provocaba el vómito cuando estaba muy estresada. Ella me contó que tenía un novio al que quería mucho, trataba de hacer lo que le decían para cuándo saliera, poder entregarle su primera vez a él. Lo tenía todo preparado, sin embargo, falleció un día antes del alta.
Autora: Osaku
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Juegos peligrosos - El comienzo
RomansaTodos fuimos inexpertos, alguien nos enseñó lo que sabemos. Y en este caso, una joven será la que colocará en el tablero las fichas para empezar el juego. Laura, una joven que tras la muerte de su hermana y un problema de salud que podría ofrecerle...