Capítulo sesenta y cinco
—No puedo —dice Juan como si estuviera enojado.
—¿Por qué no? ¿Qué estoy haciendo mal? —le pregunto preocupada.
—Necesito irme —dice y sale del baño, pero lo sigo.
—No puedes irte así. Sé que te gusta, en el colegio me dejaste ver esa parte de ti. Pensé que éramos iguales —le reclamo. No debo, pero, aun así, ya no resisto más.
Él se dirige hacia la puerta de entrada de mi casa, evadiéndome, como siempre lo hace. Me interpongo y no lo dejo salir.
—¿No te gusto? Porque parece que sí, cuando estamos juntos, cuando conversamos, incluso cuando estamos en silencio. Supuse que también te gustaba mi manera de ser en este aspecto, me abrí contigo porque nos veía del mismo lado. Acepté mostrarte cómo me gusta jugar por eso. Si crees que estoy equivocada, que salir conmigo de este modo es un error, si para ti estoy demente solo dilo —le suplico y se da vuelta para verme.
—Estas cosas están mal —susurra sin mirarme.
—¿Por qué? ¿Será porque no se lo mostramos a nuestros padres? No le hacemos daño a nadie, somos cuidadosos. ¿Por qué deberíamos detenernos? —le pregunto de manera insistente.
—¿No quieres casarte y tener hijos? —me pregunta con los ojos oscuros y llenos de rabia.
—Quiero esto, y te quiero a ti —le insisto sin dejarme intimidar.
—Te haré daño —me asegura.
—Lo haces desde la primera vez que me besaste, lo haces cada día que no dejas salir esa parte de ti que tanto me enloquece y te hace ver único en comparación al resto —insisto.
¿Por qué no lo entiende?
Él me toma del cuello y aunque me sorprendo un poco, trato de que no se note.
—Aprieta si lo deseas —lo provoco y lo hace.
—Estás loca —me reclama, pero solo me sostiene.
—Dime que mi locura te gusta, porque acabo de desnudarme delante de ti, y no hablo de la ropa. Estoy cansada de sentirme sin fuerzas cuando estás cerca de mí y, aun así, no poder disfrutar de lo que sea que pasa por tu mente —le reclamo, no soy su novia y quiero serlo. Pero así solo nos haremos daño. Si él no habla, si no me dice a qué le teme, si no confía en mí. Nada de lo que sentimos servirá.
—Tú estás loca y yo soy un monstruo —dice quitando su mano de mi garganta.
—¿Por qué eso tiene que estar mal? —le pregunto y me acerco a él.
Los demás llegan, al parecer nos escucharon discutir.
—Lau —escucho decir a Máximo.
—Lo siento, tenemos que hablar a solas —me disculpo con todos y llevo a Juan a mi dormitorio.
Una vez que él y yo entramos cierro la puerta y lo miro. Temo que me pida que la abra y lo deje irse. No sé si las fuerzas me alcanzarán para seguir insistiendo si hace eso.
No quiero presionarlo a estar conmigo si no lo desea, pero siento que quiere, que le gusta y que se contiene por miedo a ser juzgado por los demás. Por lo que se lo digo y le aseguro que nadie sabrá sobre lo que hagamos si él no lo desea.
—¿Por qué quieres que te lastime? —me pregunta, otra vez se ha puesto a la defensiva—. Noto como eres con los demás, te gusta dar órdenes, no soy lo que buscas.
—¿Por qué no? —le pregunto.
—Porque quiero someterte. Porque tú haces que quiera romperte para sentirme a gusto —me confiesa y se sienta sobre mi cama con las manos sobre el rostro.
—¿Y qué? —le pregunto y coloco sus manos sobre mi cuello—. También me quieres proteger, estoy segura de que sabrás controlarte. Y si no, ahí estaré para ponerte sobre aviso.
Él me besa y me quedo más tranquila hasta que aprieta mi cuello y siento cómo me falta el aire. ¿Estoy loca por dejarlo jugar así conmigo?
Él me suelta al darse cuenta de que podría dejar marcas y me besa en el cuello y me acaricia. Después de que se asegura de que no me ha pasado nada malo me pide que me incline.
—Te mostraré cómo soy —me dice en tono autoritario—. Y serás tú la que decida si quiere estar conmigo.
Él se baja los pantalones dejando salir una enorme erecci*n. Me ayuda a ponerme de rodillas, pero antes coloca una de mis almohadas en el suelo para que no me lastime. Una vez que acerca su enorme pen* a mi boca y lo miro, suspira y prosigue.
—Te lo advierto, será la última decisión que tomes. Después de eso, lo único que te dejaré decidir, será el día que quieras alejarte definitivamente de mí —asegura en tono autoritario.
No puedo creer que hubiera ocultado esta parte de él. Me encanta verlo así, me gusta sentir que él será capaz de comportarse de este modo de ahora en adelante.
—¿Has comprendido? —me pregunta y afirmo con la cabeza, deseosa de comenzar.
Sin embargo, él se queda viéndome y después de acariciarme la mejilla y los labios vuelve a endurecer sus gestos.
—Reina roja —dice y me quedo viendo sin comprender—. Si quieres que me detenga, eso será lo que digas.
Y de ese modo entra en mi boca y mientras trata de alcanzar el orgasm* de la manera más intensa y ruda que jamás había experimentado, siento cómo mi cuerpo se estremece con cada embestida. Él no me está tomando como menos, sabe que puedo vomitar y no siente pena por mí. Es más, parece que le gustaría que lo hiciera, que sería un logro para demostrarme que no puedo resistir tenerlo en mi boca. Él quiere que para mí esto sea desagradable y, aun así... Sin siquiera tocarme, sin que mis dedos me rocen, en un momento cuando mi nariz está presionada contra su pelvis y él está tocando mis amígdalas con su enorme miembr*, mientras que el aire sale de mis pulmones y siento que me cuesta respirar, en ese preciso momento me corro.
La sensación más placentera que jamás he tenido desde que hago estas cosas me invade, es como si no tuviera fin, quiero contar los segundos que esto dura, pero llego al veinte y mi mente se pone en blanco. Él se aparta de mí y caigo al suelo, toso y mientras lo hago siento cómo un calor intenso recorre mi entre pierna.
—¿Estás bien? —me pregunta y no puedo responder—. Dime que quieres que me detenga. Di que ya no quieres jugar conmigo.
Parece súplica, aun así, no puedo evitar sonreír.
—Quiero más —llego a decir y su mirada se oscurece nuevamente. Me recuesta sobre la cama y me lo hace de manera brusca.
—Pide que me detenga —me ordena, pero no lo obedezco.
—Más —susurro.
Autora: Osaku
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Juegos peligrosos - El comienzo
RomanceTodos fuimos inexpertos, alguien nos enseñó lo que sabemos. Y en este caso, una joven será la que colocará en el tablero las fichas para empezar el juego. Laura, una joven que tras la muerte de su hermana y un problema de salud que podría ofrecerle...