Capítulo cincuenta
Juan se marcha antes de que podamos hablar. Máximo y Jeremías entran. Al parecer, Juan le pegó a Máximo y le hizo sangrar la nariz. Lo llevo a mi cuarto y Cristóbal trae el botiquín del baño. Cintia no deja de llorar, por lo que les pido que me dejen a solas con Máximo.
—¿Él lo sabe? —me pregunta Máximo.
—Sí, me escuchó hablando con Cristóbal —le indico, mientras le coloco algodón en la nariz. Aún no puedo creer que Juan me haya pedido que deje a los demás para estar con él.
—¿Qué fue lo que escuchó? —pregunta Máximo.
Lo miro antes de decirle, no quiero que todos terminemos peleando.
—Le dije a Cristóbal que los quiero a todos, pero solo como amigos —le comento y él suspira.
—Eso no pudo haber causado que Juan se sacara —me reclama—. ¿Por qué me mientes? ¿Ya no somos amigos?
No sé qué decirle, él también me ha mentido y, aun así, no se lo he reclamado.
—Tal vez, lo mejor sea que volvamos a ser amigos, como antes —digo y Máximo toma mis manos.
—No, eso no —me dice molesto.
—Las cosas se están complicando —le aseguro.
—¿Por qué? ¿Por qué Juan se enteró? Hablaré con él, no hay problema —me asegura, y me toma la mano para que no me aparte—. Dime que es lo que ocurre.
—No sé si sea bueno, tampoco estoy segura —respondo y él mira mi cama.
—¿Te vio haciéndolo con Cris? —me pregunta y comprendo que se dio cuenta de que estuve con alguien.
—Creo que le gusto a Jere y estaba hablando de eso con Cris —le comento.
—Claro que le gustas, a Cris y a mí. Si no, no estaríamos haciéndolo contigo —me dice sonriendo.
—Jere parece enamorado, al igual que tú —le aclaro, ya lo sabía, pero prefería no reconocerlo.
—¿Cuándo te diste cuenta? —me pregunta sonrojado. Mierd*, no quería tener razón...
—Desde que empezaste a mentirme —dije y me miró sorprendido—. Decías que te ibas por Benja, pero no era así, me decías que salías con alguien y tampoco era así. Incluso te mostraste celoso cuando estuve con Cris y Jere.
—¿Por eso nos quieres dejar? —me pregunta.
—Ustedes son todo lo que tengo y lo sabes —le respondo con lágrimas que intento contener—. Si ustedes pelean... Sé que soy egoísta, pero no quiero perderlos.
—Y quédate con nosotros, hablaré con los chicos. Compartiremos, contendremos nuestros deseos y trataremos de ser amigos por sobre todas las cosas.
¿Estaba escuchando bien? ¿Máximo me pedía que estuviera con los cuatro?
—Necesito tiempo —le indico y me asegura que será bueno.
—Hablaré con Juan más tarde —me dice y le pido que no meta a Juan en esto.
—Prefiero ser yo la que hable con él una vez que sepamos qué es lo que haremos —le explico y acepta.
Cuando todos se van de la fiesta me quedo juntando las cosas con mis amigos. Cristóbal y Jeremías me preguntan si se pueden quedar a dormir. Edith les dice que sí y Máximo sonríe. Es la primera vez que no sé si podré jugar, Juan me preocupa demasiado.
—Solo será para hablar —me asegura Cristóbal y me da un beso en el cuello cuando nadie nos ve.
Y es así que todos nos sentamos en el comedor de mi casa cuando Edith se marcha a dormir y les cuento que he estado con Juan, y que no les había dicho aún por qué él me pidió que nadie supiera lo que hacíamos.
—¿Fue antes de estar con nosotros? —pregunta Jeremías.
—Si —respondo avergonzada.
—¿Tú lo sabías? —preguntó Jeremías a su hermano.
¿Cómo fue que se dio cuenta?
—Sí, hace poco me enteré, y le pedí a Lau que blanqueara la cosa para que no evitáramos eso —dice Cristóbal señalando la nariz de Máximo.
—Mierd* —dice Jeremías molesto.
—Yo le pedí a Cris tiempo —le digo a Jere mientras lo tomo de la mano—. Disculpa, es mi culpa. —¿Nos vas a dejar por Juan? —pregunta y me sorprendo—. ¿Es eso lo que quieres decirnos?
—Claro que no —responde Máximo por mí—. Lau es como nosotros, ella no quiere una relación sin importar lo que pase. Tal vez Juan se nos una, tal vez no. Pero todos seguiremos juntos. ¿No es así Lau?
—Creo que hay que agregar más mujeres al juego —digo pensando en Ámbar y Ángela. Si ellos solo me tienen a mí, es posible que confundan sus sentimientos.
—Eso sería genial —indica Cristóbal.
—¿No te molesta? —me pregunta Jeremías.
—Claro que no, se supone que queremos aprender y pasarla bien —digo yo.
La realidad es que no tengo idea de lo que hablo. Creo que le gusto a Juan y si es así, no sé si puedo seguir estando con ellos. Ya que Juan parece no querer compartir.
En ese momento mi móvil suena y al ver la foto mi corazón se rompe y me empieza a faltar el aire. La imagen desaparece, no me di cuenta de que era de esas que puedes ver una sola vez.
—Juan es mío—
Dice el siguiente mensaje.
—Lau, ¿estás bien? —escucho que me preguntan. Pero no tengo fuerzas para responder.
Un test de embarazo, eso fue lo que vi en el móvil de Cintia. ¿Será desgraciado? ¿Quiere que yo deje a los chicos, pero él ya embarazó a Cintia? No, no puede ser. Estoy segura de que no es así. Cintia no está embarazada de Juan.
Mi móvil vuelve a sonar y no quiero, pero miro. Es Cintia de nuevo y esta vez la foto me confirma lo peor. Juan está durmiendo en su cama.
«Por si aún no me creías»
—Maldita —digo en voz alta y Cris toma mi móvil. La imagen se sale y me pregunta que es lo que me pasa.
Estoy muy enojada, con Juan y con ella. Por lo que les digo que necesito sacarme el estrés. No me importa que esté Edith. Vamos los cuatro a mi dormitorio y me quedo con la camiseta puesta.
—¿Les parece de a uno? —les pregunto y Máximo y Cristóbal se sientan en el suelo mientras Jeremías se acerca a mí, y antes de empezar le doy una orden—. No me quites la ropa.
Sé que Juan me dejó muchas marcas y no quiero que ellos se preocupen. Solo quiero sentirlos en mi interior y dejar de pensar, dejar de sentir dolor en mi pecho.
Autora: Osaku
ESTÁS LEYENDO
Juegos peligrosos - El comienzo
RomanceTodos fuimos inexpertos, alguien nos enseñó lo que sabemos. Y en este caso, una joven será la que colocará en el tablero las fichas para empezar el juego. Laura, una joven que tras la muerte de su hermana y un problema de salud que podría ofrecerle...